martes, 19 de octubre de 2010

Anderson, La Europa del Siglo XVIII

La Paz de 1713-14 firmada en Utrecht no dio comienzo a una nueva época, Francia a pesar de su derrota en la guerra de sucesión española seguía siendo la principal potencia(18 millones de personas), su diplomacia era la mejor organizada y la mejor informada de Europa, su influencia trascendía lo político para instalarse como el principal centro cultural de la época pero esto no significaba que no tenía defectos, su maquinaria de gobierno presentaba falencias, su heterogénea jurisdicción hacía imposible una administración unificada aunque la energía y el prestigio de Luis mantenía un dominio efectivo. Pera el final de su reinado ya se veía venir una crisis que se demuestra en la bancarrota de las finanzas en 1713, problemas que se arrastraron durante todo el siglo XVIII; su prestigio se había cimentado durante la mitad del siglo XVII, ya en decadencia, pero fuerte frente a la postrada España, su mayor rival de entonces, quien había sido objeto te la codicia de Gran Bretaña, los Habsburgo y Francia durante la guerra de sucesión, es verdad también que durante la guerra España modernizó su engorroso sistema de gobierno pasando de consejos a ministerios, logró acabar con la autonomía de Aragón y su indomable Cataluña, claro que esta mejora no sumaba frente a las pérdidas de Utrecht, la que le había quitado su imperio en Europa, así Nápoles, Milán, Cerdeña y los países bajos españoles pasaron a manos de los Habsburgo de Austria, Sicilia pasó a manos del duque de Saboya, Gran Bretaña se anexionó Gibraltar y la isla de Menorca; toda este reducción fue aparente ya que España quedó más firme que antes, logró mayor gobernabilidad y se encontró menos codiciada por sus enemigos y frente a menos conflictos. Inglaterra se encontraba para entonces como la tercera potencia europea y era la que presentaba un desarrollo más rápido, las guerras civiles del siglo anterior y la revolución de 1688 la habían transformado y hecho difícil de gobernar, para fines del XVII se había consolidado como la mayor potencia naval del mundo lo que le permitió una fuerte expansión de su comercio ultramarino y ahora con Menorca y Gibraltar se aseguraba como potencia mediterránea; otro pilar era su solidez financiera que le daba prestigio frente a sus revueltas. Un caso es el de la República Holandesa, con su estructura  política compleja y descentralizada, su desunión se acrecentaba por las enemistades encarnadas por las tendencias monárquicas de la Casa de Orange y por las fuerzas republicanas del patriciado urbano de Amsterdan, la muerte de Guillermo III de Orange marcó el inicio de un largo periodo de dominio republicano y una decadencia en la influencia internacional, de su industria, comercio y su poderío naval, que estaba lejano al inglés, aunque también seguía siendo el principal centre de los negocios financieros de Europa. Rusia, la potencia oriental más importante y recién llegada al escenario europeo y que con el tiempo llegaría a ser una gran potencia; Pedro el Grande adquirió una posición dominante en Polonia y una gran influencia  en la Alemania Septentrional y en el Báltico. Lamentablemente tenía profundas limitaciones, era un país pobre, subdesarrollado, desesperadamente falto de capital y de mano de obra capacitada  y con comunicaciones internas muy inadecuadas, a esto se sumaba la hostilidad de los conservadores religiosos que veían con recelo sus políticas de mayor presencia y de integración con la Europa occidental, pero Pedro logró introducir grandes cambios, logró un gran ejército y una marina que crecía rápidamente lo que le permitía negociar en igualdad con cualquier gobernante. La Europa sud-oriental seguía bajo el demonio del imperio Otomano, un estado heterogéneo y difícil de gobernar y que estaba en decadencia, sus fuerzas habían dejado de ser el terror que representaban para sus vecinos durante el siglo XVI, esto había quedado demostrado en la guerra frente a la vencedora Austria (1716), en el especto comercial continuaba como un mero proveedor de materias primas , comercio en manos de privilegiados extranjeros, en su mayoría franceses; la casta sacerdotal, ultra conservadora y monopolizadora de la educación se oponía rotundamente y con eficacia a toda innovación extranjera; la disminución del gobierno central aumentó da amenaza de destrucción de su difícil unidad política lo que llamó la atención de los gobiernos cristianos y alimentó sus ansias de reparto. Los territorios de los Habsburgo para 1713 no representaban un estado y se encontraban con pocas capacidades para competir en el escenario europeo, su sistema de dietas, su heterogeinedad nacional aumentada por sus éxitos diplomáticos y militares y su distintivo antagonismo entre sus organismos de gobierno obstaculizaban más aún las posibilidades de reforma; el título de Sacro Emperador Romano había sido mantenido ininterrumpidamente por la familia, titulo que teóricamente seguía siendo el más grande de Europa, pero el poder de la dinastía descansaba sobre sus dominios hereditarios en la Europa central; la mayor parte de los estados alemanes seguían acudiendo a él en busca de protección contra los ataques provenientes de fuera de los límites del Sacro imperio, por esto el emperador necesitaba ser militarmente fuerte pero sus territorios, en su mayoría, eran pobres y atrasados acentuaban la imposibilidad ya administrativa de recaudar recursos ; de todas formas eran una monarquía poderosa aunque arcaica y no desarrollada. Suecia había sido destruida por Rusia durante la guerra de 1700-21, la paz le permitió conservar Finlandia y una porción de Pomerania, pero ya no era más que un estado de segunda; luego de la muerte de Carlos XII (1718) se promulgó una constitución que limitaba rotundamente los absolutos poderes de la monarquía. La reforma y la Guerra de los Treinta Años, las intromisiones extranjeras, en especial de Francia, completaron la desintegración del Sacro Imperio, la cual llevaba siglos en proceso; los grandes estados alemanes (Sajonia, Baviera, Brandenburgo-Prusia y el Palatinado) ya podían desconocer la autoridad imperial, pero los mismos se encontraban al margen de los repartos coloniales y de los beneficios del expandido comercio internacional. Brandenburgo-Prusia se encaminaba a ser el más grande estado alemán, este para 1780-90 era un conglomerado de unidades políticas que alcanzó un significativo desarrollo administrativo el cual contrastaba con el colapso polaco, donde el poder de veto impedía le deliberación administrativa sumado al deterioro que había significado la Gran Guerra del Norte desarrollada en su territorio, esto para 1717 significó el fin del estado habiendo sido presa de sus vecinos más poderosos. Italia era otro foco de debilidad y división aunque no comparada con Alemania y la caótica Polonia, el estado Papal, mal gobernado durante generaciones era una de las partes más pobres y atrasadas de Italia, la figura del Papa era cada vez menos capaz de influir sobre las políticas europeas. En suma para el siglo XVIII encontramos una Europa totalmente asimétrica en poder y recursos, totalmente heterogénea, donde Francia era sin duda el estado mas grande de todos, le sigue Gran Bretaña y Rusia, luego la Austria de los Habsburgo y en ascenso los seudo estados alemanes seguidos por una serie de estados medianos con cierta influencia como lo eran Suecia y Holanda. El sistema europeo consistía en una serie de equilibrios parciales y locales que poco a poco se veían inmersos en uno mas grande que incluía las colonias americanas y las colocaba como un ingrediente importante y capaz de romper el equilibrio, aunque esto era solo una conjetura ya que faltaría aún más para encontrarnos con una política atlántica mas activa y aún más para una política mundial, Europa seguía manteniendo un sistema tradicional de gobierno el que favorecía la descentralización apoyada por las malas comunicaciones.

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