jueves, 10 de enero de 2008

¡Qué lástima que tengamos que hablar de Derechos Humanos!


Que si el Movimiento Internacional de los Derechos Humanos son parte del problema es una cuestión en principio clara, ya que es como preguntarse sobre la existencia del derecho o de la política. El problema de la justicia radica en la misma existencia de la justicia; es decir, si no habrían injusticias no sería necesario hablar de justicia, ni de hacer política ni de crear derecho. Mi profesor de filosofía dijo una vez que era una lástima que tengamos que hablar de justicia, ya que eso significaba que no existía la justicia.

David Kennedy, en su publicación: “Movimiento Internacional de los Derechos Humanos ¿Parte del Problema? Expone una crítica en la cual conserva el interés por la emancipación humana, la cual también interesa al liberalismo político, pero difiere con este último en una cuestión central, en la institucionalización, la cual es cuerpo de regímenes y ordenamientos que se traducen principalmente en derecho, el cual para el liberalismo es creador de fraternidad, de cultura.

La crítica del autor al problema de la justicia social radica en la institucionalización, en la creación de derechos que terminan "enmarcando y limitando" a las expresiones emancipadoras de la sociedad global y hasta incluso "reprimiéndolas". Kennedy, al igual que el anarquismo, va contra la existencia del Estado normativo. Desde un punto de vista distinto, el liberalismo político ve al derecho, a los DDHH contemporáneamente, como el logro de emancipaciones que debemos conservar y enriquecer (sentido progresista del liberalismo). La cuestión es si la existencia de los derechos imposibilita otras acciones emancipadoras o si las favorece; mi opinión en esto es que los derechos son un "instrumento", que el objetivo de su uso es creado y predeterminado por el agente que hace uso de ellos y no por los derechos en si mismos. Los derechos Humanos pueden ser utilizados para emancipar o para conservar, su carácter es instrumental, como todo lenguaje humano. El problema claro está en el acceso desigual al conocimiento y a las instituciones de tales derechos, lo que refleja un uso más conservador que progresista debido a esta desigualdad y no a los derechos en si mismos. No es que los derechos tengan un carácter poco inclusivo, sino que carecen de eficiencia y eficacia. Hay una forma positivista de ver al derecho en el autor, al considerarlo estanco, absoluto, distributivo en si mismo, autónomo de otras instituciones (cuando analiza al D.I. al juez y al abogado). El derecho no es independiente de lo social, de lo político, económico y cultural; es una construcción social. Las fórmulas emancipatorias solo encuentran un instrumento en el derecho, pero de ningún modo se circunscriben a él, de hecho el mismo derecho evalúa otras formas; ius resistendi o principio de autodeterminación de los pueblos; el problema, insisto, está en la efectividad de los derechos, en su vulnerable institucionalización, en la desigualdad en el acceso, la cual necesita fortaleza y esta emana de voluntad política. No necesitamos prescindir de la Ley para emanciparnos, de hecho para hacerlo necesitamos alcanzar intereses comunes, de valores compartidos que nos integren en aquél camino, de leyes, más cuando se trata de la emancipación de una comunidad, la cual es cultural, política y económica, la que para funcionar necesita de armonía, de orden basado en ese consentimiento de sus integrantes; no es la anarquía o el constante conflicto el que integra a una sociedad en comunidad, el conflicto es necesario para el cambio y el derecho no lo elimina, lo crea y lo plasma; el derecho es una institución instrumental de las comunidades humanas, mediante la cual establecen sus normas de convivencia, relación y armonía y mediante la cual surgen conflictos que terminan ampliando y transformando su estructura social y por ende jurídica y cultural. El problema entonces no está en el derecho como norma jurídica, esta en su contenido, en su interpretación, la cual es creada por los gobiernos, quienes no están representando verídicamente a sus respectivas comunidades y quienes necesitan de un lenguaje retórico y de una jurisprudencia compleja.



Los derechos humanos no imponen un criterio, por el contrario, son un marco donde se pueden aplicar diversos criterios, más aún son aprobados por el estado representante de la sociedad, la cual puede hacer sus reservas culturales y particulares; un ejemplo de esto es la reserva argentina en cuanto a la política económica. La economía no precede a la política, existe una política económica, existe un derecho político; el derecho impone conductas y deslegitima otras, es decir crea cultura. El problema a la emancipación humana no proviene de las instituciones (DDHH) proviene del gobierno que las sanciona; para mí la causa de la injusticia social no radica en las instituciones locales ni menos en las internacionales, sino en las instancias que las crean, en sus contenidos, en los "Estados representativos" que no representan a su gente. El problema es básicamente de "legitimación", es la falta de consentimiento popular en las decisiones colectivas. Ya ni el voto es legítimo, necesitamos más que votar, construir las alternativas de acción.

En nuestra cultura occidental el problema está en la democracia parasitaria y elitista que solo representa intereses corporativos, extranjeros y particulares con disfraz de nacionalismo y democracia.

No existe una desigualdad entre público y privado en Protección Internacional de los Derechos Humanos, los estados son soberanos y responsables de todos sus integrantes y para acudir a una instancia internacional de justicia es necesario haber agotado los recursos internos, es decir en el caso de que estos fallen se puede recurrir a la justicia internacional, ya no en contra del privado, sino del estado que no resolvió de forma debida en su ámbito interno; ya no se demanda al privado como se lo hacía en el ámbito interno, sino que se lo hace contra el estado que no aseguró mis derechos, no se busca condenar al privado, se busca que el estado pague por lo no cumplido; instancia que antes no existía. Bueno hasta esta misma clasificación merma si concideramos que a la Corte Penal Internacional se puede ir contra privados y que a la Corte Internacional de Justicia solo van Estados.

Es necesario democratizar el Sistema Internacional, pero es necesario comenzar por los ámbitos internos, democracia como consenso, como inclusión y participación, no como representación, exclusión y elitismo; este es el método para conocer una honesta respuesta colectiva, una que nos hable de las particularidades culturales y las semejanzas reales de la gente que participa de un diálogo enderezado al entendimiento. En el diálogo se crea conciencia, convivencia, armonía y si es honesto se puede trabajar sobre las raíces profundas de los problemas; Este derecho al diálogo no es posible sin una organización colectiva, sin la creación de un derecho (DDHH) y un Estado como institución política y cultural de la comunidad local y de la mundial (comunidad glocal).



El relativismo cultural nos lleva a la idea de que el humano en realidad no existe, que su constitución depende de su cultura; el cosmopolitismo nos dice que el humano es un ser que se desarrolla de distintas formas, todas válidas y entrecruzadas unas con otras, donde todas juntas crean un todo máximo a base de sus identidades (especie, mundo, interdependencia); el humanismo es el que ve al hombre como uno solo con las mismas necesidades básicas fundamentales, con una cultura común propia de la condición de hombre; la globalización de la cultura es la mezcla de las culturas, donde las que son imperativas, de la mano del poder económico y político, tienen un lugar privilegiado en dicha fusión y donde las marginales y debilitadas tienden al fortalecimiento y a la permanencia, a la autodefensa o simplemente a desaparecer. Los problemas del internacionalismo, las cuestiones culturales en relación al fondo y al contenido de las normas jurídicas solo se pueden hacer manifiestas mediante una deliberación colectiva, la cual utilice todos los instrumentos a su alcance para llegar a un resultado más elaborado y preciso. los Derechos Humanos no están estancados, están es constante construcción, se pueden ampliar y modificar, se pueden hacer mas sensibles y justos con las diferencias cuantitativas y cualitativas; si es posible extraer un espíritu de sus normas el mismo es la no violencia, la búsqueda de soluciones por medio de la paz, lo que no significa que no pueda exista una guerra, la cual siempre esta fundamentada en reclamos o defensas, en derecho al fin y al cabo.



Las malas consecuencias de los Derechos humanos sobre culturas particulares no es culpa de los mismos derechos, ni de su movimiento, es de la propia organización política y cultural que los hizo vinculante, que los ejecuta y los interpreta, la cual no se reflejaba en dichas normas y por lo mismo, reitero, el problema está en el gobierno, en la política, en la falta de consentimiento popular en las decisiones públicas, no en las normas en sí o en la Comunidad Internacional que solo tenía como objeto otra instancia de justicia para aquellos que la deseaban.



La alienación del hombre es al menos en parte producto del relativismo cultural, del relativismo ético, del nacionalismo y del individualismo por sobre el localismo y por sobre el cosmopolitismo; del elitismo y del poder político económico que no lo deja construir códigos comunes verdaderos para su realización y defensa; la alienación es del conocimiento, de la educación, de la política, de la participación en las instituciones que terminan imponiendo regímenes culturales que nos alienan de nuestra propia naturaleza, de nuestra propia cultura que deseamos manifestar y legitimar en instituciones realmente representativas de lo que queremos como individuos partes de una comunidad, la cual busca en ultima instancia crear derecho acorde a sus necesidades y particularidades, solucionar sus problemas de fondo y permanecer en armonía y cooperación.



Cualquier profesional de las ciencias humanas verá la complejidad de la estructura social y no reducirá sus posibilidades emancipatorias y de análisis a una esfera, tampoco la responsabilizará, sino que tratará de llegar al fondo del asunto, distinguiendo causas y consecuencias, donde las instituciones son instrumentos para objetivos humanos múltiples, siendo las causas de esos objetivos diferencias políticas, ideológicas, particularidades entre personas divididas, donde unas estan mejor ubicadas que otras, donde una cultura (de dominación y engaño) se impone sobre otras, pero donde paradójicamente la respuesta está en la gente, en las personas antes que en las instituciones, estas son creadas, moldeadas y transformadas por la misma gente o por las elites que las controlan.



En el autor hay un sentido negatorio del estado, de la justicia, anarquista, donde el conflicto constante puede ser la alternativa correcta, se percibe una contradicción con la institución en sí y no con su contenido, con su utilización. Homologa forma y contenido, no ve que la misma es necesaria como organizadora de esa comunidad a la cual el mismo pretende llegar, la que no se basa en la individualidad ni en el caos, es decir que necesita de un sistema ordenado y armónico de funcionamiento, de complementación y entendimiento, de códigos y valores comunes; de instituciones, las cuales no estancan el proceso, lo legitiman, se adaptan y adecuan a las nuevas necesidades y conocimientos, en una sociedad que participa activamente de ellas; mientras que una sociedad alienada de estas solo podrá encontrar recursos para recurrir a la reparación de injusticias y no a la solución, a una reparación desigual en muchos términos, ya que los mismos no los fijó esta sociedad, sino una elite dominante que es la cegadora del conocimiento por medio de sus instituciones y no las instituciones en si mismas las cegadoras, las cuales siempre serán necesarias para la comunidad y para la justicia.



No podemos pretender un código humano impregnado de dogmas religiosos cuando en la realidad coexisten múltiples religiones, necesitamos un código que las integre sin conflictuarlas, que las respete, que no tome partes de una, que sea laico para permitir a la multiplicidad de credo.

Los Derechos Humanos no solo empobrecen el discurso político local, también lo enriquecen, depende del enfoque y el criterio que se les dé, de la interpretación y de la adhesión a los mismos, permiten nuevos campos de análisis y discusión, nuevas instancias de justicia y la posibilidad de emancipación para grupos que no han sido emancipados en los términos de tales derechos y que desean de verdad hacerlo y que no teniendo resultados en el fondo tras la implementación del sistema de los derechos, ven dicha insuficiencia como necesidad y se abre la búsqueda de alternativas.

La creencia en las instituciones se hace efectiva cuando vemos su accionar en la realidad, no es cierto que nos impiden ver la verdad social, al contrario, además nos pueden servir de contraste y elucidar su ineficiencia, la necesidad de transformación y la búsqueda de alternativas de emancipación.

Es iluso pensar que el Derecho Internacional es omnipresente, absoluto y alejado de diálogos políticos o que el político no usa normas de derecho o que el juez no es político o que la política es el medio por excelencia de emancipación, tras esta se esconde el poder y la violencia; son todos instrumentos que se manejan con un contenido en proceso, donde la participación en la elaboración del contenido (normativo, ético, estético, político, económico, cultural) es la causa a la alienación y el motor a la vez de la emancipación, la cual es búsqueda de libertad efectiva, de autonomía, la cual no debe prescindir de la integración, de la fraternidad y la solidaridad, es decir de la mutua dependencia, la cual paradójicamente es creadora de la misma libertad.

Kant dijo que la guerra terminaría con el advenimiento de las democracias, porque los pueblos no hacían la guerra; el pensaba en esa democracia verdadera, en el gobierno del pueblo y no de una elite disfrazada de democracia a la cual le asienta mas el término de demagogia, oligarquía o plutocracia; Kant vio la necesidad de la creación de un Gobierno Mundial, de una Confederación de todas las particularidades locales, ya que al fin y al cabo todas comparten un mundo y son todas variantes de una misma especie; la raza humana. Es por todo esto que la emancipación del hombre comienza en lo local y termina en lo universal, donde se deben consagrar los códigos compartidos por todos los pueblos, aquellos creadores de una gran fraternidad internacional, de una rica cultura global.

No hay comentarios: