miércoles, 16 de enero de 2008

Argentina y Chile, Dos Países: ¿Divergentes o Convergentes?


Cuando nos encontramos frente a la actualidad internacional tendemos a tildar de divergente o convergente las políticas de los estados, según la valoración de las distintas coyunturas que hacen noticia. El problema en esta valoración es que muchas veces se hace con muy poco criterio científico, impregnada de prejuicios y generalizaciones, empantanando la descripción de la realidad, la que es tan compleja y difícil de determinar. El sentido de las políticas es mal interpretado, haciendo de un hecho transitorio un hecho estructural, centralizando lo descentralizado y haciendo simple lo que por lo general resulta ser el resultado de distintos procesos. Es por esta razón que intentaré describir, de forma rápida, comparada y lo más científica posible, las políticas de estos dos agentes que tanta veces han sido interpretadas como naciones enemigas por la opinión pública y por algunas personalidades nacionalistas a lo largo de la historia. El motivo central es generar conciencia y responsabilidad frente a estas valoraciones y juicios que terminan influyendo tanto en el desarrollo como en la cohesión de estos pueblos; siendo estos prejuicios utilizados muchas veces como excusas por parte de los gobiernos para justificar sus propias carencias o siendo muchas veces producto de la ignorancia frente a estos temas.
Es admirable destacar la vida de dos naciones hermanas que pese a su reciente historia, como estados, han mantenido una relación de paz y amistad pese a las diferencias y los conflictos, esto es más connotativo si se toma en cuenta que Argentina y Chile comparten la tercera frontera más larga del mundo, luego de la de Estados Unidos con Canadá y la de Rusia con China; y tal vez sea la que ha sido más difícil de conocer empíricamente en su totalidad, esto por su accidentada geografía y pequeña población, sobre todo en las zonas limítrofes; frontera que justificadamente ha sido causa de controversias a lo largo del tiempo, situación que lamentablemente se extiende en el pensamiento colectivo.
Tanto Argentina como Chile han resuelto sus conflictos internacionales por los diversos medios y hasta han llegado al instrumento bélico, pero resulta sorprendente que entre estas naciones nunca se ha escalado hasta tal lamentable punto. Siempre, hasta en los momentos de mayor tensión, como durante la crisis del Canal del Beagle, hemos resuelto los diferendos por intermedio de la paz. Esta realidad solo se puede entender si consideramos un elemento esencial, el cual ha trascendido nuestra misma historia y coyunturas conflictivas, la cohesión económica y cultural, de la cual suele no haber mucha información, pero la misma es evidente e irrenunciable.
Ambas naciones poseen múltiples convergencias, tanto políticas como culturales, estas últimas son en su mayoría por compartir un mismo territorio físico e histórico cultural, el cono sur de América Latina. La existencia de lenguas comunes, desde la española dominante hasta las indígenas. Un pasado compartido y fuertemente análogo; identidad de comunidades étnicas y nacionales. Se han compartido las mismas estrategias geopolíticas y de desarrollo a lo largo del tiempo; el modelo agro-exportador, las vinculaciones exteriores; en un principio con España, más durante la colonia, luego con Inglaterra y más recientemente, aunque con diferencias en las últimas décadas, con Estados Unidos. Vivimos los mismos procesos económicos y políticos, un ejemplo de ello fue el impacto y las consecuencias de la crisis de 1930. Las independencias, donde compartimos los mismos padres libertadores, visionarios que entendieron a la región como un bloque; querían la integración, para juntos acceder al desarrollo, ya que estaban seguros que éramos un solo gran pueblo. Todas estas simetrías en los procesos políticos, económicos y sociales que han caracterizado a la región en su conjunto se han dado también bajo sincronías de tiempo y lugar.
La política comparada entre Argentina y Chile es un estudio interesante en periodos donde ya se han dejado atrás viejas estructuras, viejos paradigmas, en tiempos contemporáneos, más dinámicos, donde se experimentan procesos totalmente renovadores, con marcos distintos y en coyunturas donde los clásicos conflictos limítrofes se han dejado atrás para reiniciar una política de harmonización y complementación, de integración. Seguramente sea el conflicto por los hidrocarburos el que ha tenido mayor resonancia, pero este es insuficiente, como han sido todos, para interrumpir la progresiva integración binacional; de hecho han sido motores de tal proceso.
La tendencia a juzgar las políticas por quien o quienes las hacen se va desdibujando ya que son cada ves más el número de grupos de poder que la afectan y cada vez más difusa la responsabilidad, por lo que hablar de las políticas de dos países es hablar en realidad de una sola institución mirada de distintos ángulos, más ahora donde las organizaciones políticas y sociales trascienden las fronteras territoriales, cosa que ha sido así siempre pero lo que ahora cambia es la cantidad y la velocidad de estas influencias, al mismo tiempo que la información y el conocimiento que se tiene de las mismas, creando una mayor conciencia de responsabilidad colectiva y la mayor necesidad de una concertación de políticas mundiales.
Ya he mencionado las convergencias, que a mi juicio son las más trascendentes entre Argentina y Chile, a decir verdad sus características culturales, geográficas y sus consecuentes instituciones políticas a lo largo del tiempo. Es menester aclarar dentro de este punto que ambas naciones han sido clasificadas como en vías al desarrollo, respondiendo a sus estructuras económicas y sociales, al grado de vulnerabilidad de las mismas. En ambos casos los sectores agropecuarios, vinculados con el comercio exterior, han sido históricamente preeminentes en ambos países, del mismo modo los procesos de industrialización han sido incipientes y residuales, más enfocados al mercado interno y afectados por los drásticos cambios en las políticas de largo plazo. Si es verdad que en Argentina se han logrado desarrollas mayores y más firmes lazos entre las industrias, sus sindicatos y los gobiernos que en Chile, donde, como diría Marx, el proletariado ha ganado menos guerras y donde el campo a logrado conservar más eficazmente el poder.
Existen múltiples formas de entender y dividir la política de un país, con bases y ejemplos verídicos en todos los casos; la distinción entre cada forma esta en la ideología; a lo que se quiere llegar tras cada estudio. Un ejemplo es el trabajo comparativo de Liphart, este modelo se caracteriza por dividir a los sistemas políticos en mayoritarios (homogéneos, unitarios y centralizados) o consensuales (pluralistas, heterogéneos y federales) o una mezcla de ambos. Para definir cada el sistema de cada país hay que entender e identificar en que medida se encuadran en una de estas clasificaciones; en el caso de Argentina encontramos, al igual que en Chile, un sistema representativo y republicano de gobierno, justificado por el nacionalismo popular y el liberalismo político. Esto se refleja en la universalidad, confidencialidad y obligatoriedad en los sistemas electorales, en la división tripartita de poderes, en la idea de los frenos y contra pesos, donde en ambos casos es más ilustrativo que ejecutivo ya que se ha dicho repetidamente que en los hechos tanto Argentina como Chile se distinguen por ser regímenes hiperpresidencialistas, donde el poder ejecutivo cuenta con superpoderes y es ocupado por la mayoría (monocolor, mayoritario); la diferencia es que en Chile el gobierno esta constituido por una coalición de partidos de centro-izquierda, la Concertación (Partido Socialista, la Democracia Cristiana, el Partido por la Democracia y el Partido Radical Social por la Democracia), mientras que en Argentina es el Partido Justicialista, claro que si damos cuenta de la pluralidad ideológica de dicho, partido en los hechos no es tan distinto que en Chile. Es cierto que ambos países se están tomando caminos conducentes hacia un mayor parlamentarismo, se intenta dotar de mayor autonomía a la justicia y una representación política más heterogénea (más proporcional que mayoritaria) en los poderes del estado. Un punto importante ha decir verdad es la carente cultura cívica en ambos países, la falta de plataformas políticas coherentes y ambiciosas, con proyectos a largo plazo, falta de responsabilidad de los gobiernos y su facilidad a reemplazar todo por lo que se cree más oportuno respondiendo a las distintas transiciones. Esto es más acentuado en Argentina que en Chile, donde el poder de facto se ha mantenido más o menos en las mismas manos.
En cuanto al poder legislativo sabemos que Argentina posee un congreso consensual, más en la cámara de diputados que en la de senadores y con una mayoría fuerte en manos del los justicialistas y con unas minorías mas divididas que consensuadas, mientras que Chile, más de corte mayoritario, aunque consensual (composición de la Concertación), también bicameral; la mayoría en el congreso es débil, representada por la Concertación, dentro de la cual no es tan fácil el consenso, existiendo otra gran fracción para la oposición, la cual suele ser más unificada. El ordenamiento parlamentario en Chile es más de tipo dualista si consideramos a la concertación como a un solo bloque, mientras que en Argentina es más pluralista aunque mayoritaria al mismo tiempo. Esta realidad puede ser transitoria, ya que se discute la posibilidad de cambiar el sistema electoral binominal en Chile, que le entrega los escaños a las dos mayorías, por uno pluralista o multicolor, donde también estén las minorías representadas, como lo es más en Argentina, abogando por un legistalivo mas representativo, más plural y multicolor. Esta medida es muy cuestionada en Chile porque se dice que favorecería al gobierno (Concertación), ya que se le quitaría poder a la oposición y se le daría al gobierno, por el hecho de que las minorías negocian más fácilmente con este que con la derecha, que es la oposición.
Encontramos en Chile un sistema unitario de estado, organizado por medio de divisiones regionales (centralismo en Santiago), donde cada región es una clasificación sin relevancia política, pero que dentro de las mismas se encuentran las provincias, representadas por un intendente designado, dentro de las provincias están los municipios, administrados por alcaldes votados. el poder judicial y legislativo son únicos y nacionales. Esto hace más homogéneo al estado chileno en cuanto a la deliberación de políticas, producto de su centralización del poder, en contraste con Argentina, con su república federal (consensual), más heterogénea que Chile, producto de su misma división del poder en provincias autónomas, lo que hace que sea más descentralizada la política nacional en su conjunto. Así las provincias argentinas cuentan con sus propias jurisdicciones judiciales, claro que no en los asuntos federales ,donde interviene la Suprema Corte de Justicia; al igual que sus legislaturas provinciales quienes sancionan sus propias constituciones, eligen libremente sus instituciones, claro que resguardando los principios federales fundamentales, como el régimen representativo y republicano de gobierno, la educación primaria obligatoria, la administración de justicia y el régimen municipal; dejando la sanción de los códigos de fondo al Congreso de la Nación. Esta divergencia responde a la heterogeinedad de las provincias argentinas y a la extensión geográfica de la nación, a la construcción histórica del estado, más peliagudo que en Chile, donde la población tendió a la homogeneidad y al centralismo, sin mayores controversias. Sin embargo sabemos que en la práctica Argentina es un estado más unitario que lo que dice la teoría federal, esto está marcado por la preeminencia histórica de Buenos Aires y de los poderes federales sobre los provinciales.
Los congresos en la mayoría de los países de América Latina son mejores de lo que el público en general piensa y son más complejos de lo que la prensa describe. La competencia entre los partidos políticos para gobernar ha sido intensa, pero hoy en día ha surgido la tendencia a dejar la confrontación estéril y en su lugar establecer el consenso, si bien no en el caso de todos los proyectos de ley, al menos para las reformas de funcionamiento interno. Identificar ésta como tendencia en veinte países es muy riesgosa, dado que existe uno u otro caso en que los congresos son, de verdad, muy precarios. No obstante estas excepciones, en general las repúblicas americanas están viviendo una etapa de renacimiento de la democracia representativa. Esta nueva etapa se manifiesta en una preocupación por mejorar el funcionamiento del proceso legislativo, y lo que es de una mayor trascendencia, en ganar por primera vez un papel de igualdad con respecto al ejecutivo, esto pondría a los gobiernos latinoamericanos, incluidos Argentina y Chile en un plano consensual, cambio radical que aún esta dentro de los ideales postmodernos, ya que el poder ejecutivo goza de poder sobre el legislativo; siendo así, y en la práctica gobiernos mayoritarios, esta realidad se refleja en la justicia latinoamericana, la cual carece de credibilidad por su falta de rigidez frente a las coyunturas políticas, siendo que en teoría somos naciones constitucionales, donde la división de poderes, la libertad y los derechos frente al estado deberían primar. Las últimas reformas constitucionales en ambos países nos indicas la veracidad de estas inclinaciones, las que se justifican en el valor mismo de la democracia como método de toma de decisiones, en una esperanza de mayor estabilidad institucional y como la puerta al deseado desarrollo.
Encontramos una de las distinciones más importantes y quizás la consecuente del resto de ellas. Argentina, una mezcla entre el modelo mayoritario y el consensual, siendo en teoría consensual y en la práctica más mayoritario, debido a su hiperpresidencialismo y a la mayoría del gobierno en el congreso, con una oposición decaída y más dividida, aunque recuperando fuerzas tras las últimas elecciones a jefe de gobierno en capital federal y tras la última deforma constitucional. En tanto Chile, un gobierno en teoría mayoritario, en la practica termina siendo más consensual, aunque esto no aplica a las formas de estado, donde el unitarismo y la falta de gobierno propio en las regiones es clave a la hora de determinar sus políticas en comparación con el federalismo argentino. Si bien ambas naciones son democráticas representativas podemos decir que lo que una tiene de más a la otra le falta, pudiendo ser interpretadas como naciones complementarias o mutuamente excluyentes. En Chile siendo un sistema presidencialista, el ejecutivo en su ceno esconde una concertación de políticas de distintos partidos; en el legistalivo hay mayor equilibrio que en Argentina, en cuanto al número de representantes partidarios, aunque en Argentina hay presencia de las minorías, cosa que en Chile no existe. Nos encontramos con que en Chile tenemos una constitución consensual, al igual que Argentina, pero que los grises son más que los blancos; al parecer las leyes no parecen decirnos la verdad de la política, sino el mismo actuar de cada gobierno, el cual se conforma por confrontaciones y poderes tanto externos como internos.
Otro factor importante de analizar es la fracción económica, la cual está íntimamente ligada a la política, no tanto por el derecho mismo, si por el poder. En Argentina como en Chile encontramos que la producción agropecuaria y forestal es fundamental, si bien existe competencia en algunos bienes como son los lácteos, los derivados del trigo y los vitivinícolas, también encontramos que cada uno tiene lo suyo como es el caso de la soja en Argentina y del salmón en Chile. Lo fundamental en esta comparación es que Argentina tiene una industria que Chile no tiene, siendo solo la casta de terratenientes y comerciantes los grupos económicos detrás del poder, claro que están los trasnacionales al igual que en Argentina, pero estos últimos en mayor medida en chile debido a esta misma situación ligada a la industria. Chile país productor de materias primas y bienes manufacturados de cierto valor agregado pero únicamente en los rubros agropecuarios, necesita de gran número de importaciones, cosa que Argentina sustituye mediante su propia industrialización, la cual esta detrás del poder y la cual esta protegida por el estado. En Chile no encontramos mayores protecciones, ya que industria no hay en las dimensiones que tiene Argentina, es por esto que los aranceles de Chile son menores a los argentinos y es por esto la importancia de los Tratados de Libre comercio para Chile y la importancia que les da Argentina a los mismos. De lo mismo se induce que Chile no sea miembro pleno del MERCOSUR como lo es Argentina y de lo mismo se induce también la visión que cada uno tiene de las potencias, en especial de Estados Unidos, también podemos distinguir entre un estado de bienestar y un estado neoliberal, en Argentina existe gran presencia del estado, no solo en la economía, sino que en la educación y los transportes, en los servicios, mientras que en Chile todo se mueve por las reglas del mercado; influyendo en la diversidad cultural que cada país tiene, en Chile restringida y privada, en Argentina más abierta y pública; esto también puede tener sus antítesis, por una lado distribución más equitativa del ingreso y búsqueda de autonomía y por el otro mayor competencia, tecnología y pero a costas de una mayor desigualdad en la redistribución del ingreso y una eventual mayor dependencia de las importaciones, aunque recordemos que Argentina sigue siendo importadora de bienes de capital y de capitales extranjeros para sostener su industria.
Sin duda la globalización afecta de manera directa a las políticas nacionales, el neoliberalismo impulsado por Los Estados Unidos, los regímenes internacionales, el libre mercado, hasta la misma pluralidad y heterogeneidad experimentada en muchos de los países desarrollados parece contagiarnos; claro es que los gobiernos están adecuándose a las nuevas necesidades, no solo institucionales, sino también aquellas que influyen directamente en las personas, su conducta y la forma en que estas ven la vida. Todo tiene que ver con la paulatina renovación política y el nuevo orden internacional basado en un incremento de la gobernancia internacional que muchas veces parece estática o no existir siendo que día a día son más los países y las personas que comparten una misma ideología o pretenden un mismo camino. Reflejado en los tratados internacionales por parte gubernamental y en las organizaciones internacionales no gubernamentales por parte privada e individual. Un mundo unido por la conciencia y la necesidad de derechos que sin duda alguna todos tenemos.
La gran meta esta en abrir diálogos para sobrellevar estos nuevos cambios y dejar atrás los antiguos conflictos que nos separan, considerarlos como necesarios y parte de la misma evolución, debatiéndolos y disolviéndolos para crear una América Latina unida por lo que somos y por lo que fuimos, en busca de un desarrollo sustentable caracterizado por la comunicación y la activa cooperación de sus partes; pero para esto tendremos que dejar nuestras rígidas concepciones del derecho y de la política, de los intereses egoístas, ya que a veces el derecho no puede hacer valer lo que las circunstancias no permiten y ya que a veces la lucha por intereses comunes trae mayores beneficios que la costosa lucha individual; claro está que para lograr nuestros objetivos comunes tenemos que primero entender lo que cada uno es y lo que cada uno quiere, compararnos para conocernos y crear confianza y evitar así conflictos vacíos y prejuicios que solo terminan agrandando el camino al desarrollo.
Mi conclusión es que las políticas de Argentina y Chile son más convergentes que divergentes, debido no solo a su posición dentro del sistema mundial, sino que a los motores que la movilizan, a las ideologías y los valores, a la cultura. Siendo las divergencias, algunas estructurales como las económicas e institucionales, las relacionadas con la presencia del estado en la sociedad y los criterios ordenadores de las políticas exteriores, complementarias, tanto así que se chocan, esto lo podemos ver si analizamos las diferencias anteriormente señaladas y veremos que lo que un país no tiene el otro lo tiene y vise versa, esto hasta en relación a la misma vida cultural de ambas naciones, ya que por un lado encontramos a una sociedad más heterogénea y liberal culturalmente, mientras que por el otro a una sociedad mas homogénea y conservadora; lo mismo para la economía, una más cercana a las teorías del estado de bienestar y a la economía de Keynes y la otra más cercana a las teorías liberales de Adam Smith y David Ricardo. En cuanto a la política tenemos por un lado a un federalismo que en la práctica resulta ser más unitarismo y por el otro a un unitarismo que en la práctica llega a ser más consensual. Llega a ser paradójica la forma en que dos naciones resultan distintas y en donde la integración de ambas resultaría el remedio justo que cada una necesita a sus polarizadas políticas.

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