jueves, 16 de agosto de 2007

El bien y el mal


Para los que piensan que no existe lo bueno y lo malo comenzaré citándoles una frace de Aristóteles, sin ser su filosofía la única verdad, me parece legítimo mencionarlo, ya que todabía se debaten sus ideas, las que han sido trascendentes al tiempo, a quien se le reconoce la paternidad de la ciencia y del pensamiento occidental; el dijo que todo lo que existe es bueno; y es bueno porque existe. Sin duda es así ya que no somos quienes para juzgar a la realidad, ya que es dada y preexistente, la cual nos dió la vida y nos la quita, a la cual aún no logramos entender de una forma clara, racional y unificada; nosotros nada podemos hacer con respacto a esto, lo que no es malo, simplemente es; y por ser es bueno. Si podemos hacer un juicio de valor con respecto a nuestros propios actos, de los cuales tenemos plena conciencia, aquellos que existen por tradición y aquellos que son revolucionarios. Decidimos y entendemos cual es el objetivo y el sentido de nuestras acciones; privadas y públicas y sus respectivas concecuencias, más en aquellas que son por costumbre, por tener la experiencia de estas; así las acciones pueden ser de tipo políticas y culturales, económicas y sociales; esto último no lo dice el, pero si afirma que un buen filósofo, uno que busca el bien, es quien intenta vivir de la forma más feliz posible, transformando y reemplazando las causas de nuestras infelicidades por instancias satisfactorias, para esto propone un punto medio, un equilibrio entre las polaridades de la existencia y entre las de la personalidad, es decir sin caer en los extremos, mediando siempre con la contradicción, logrando un sincero y fluido dinamismo de las partes del ser; la razón, el deseo y los sentidos, un equilibrio entre el eros y el patos, la vida y la muerte, la creación y la destrucción, entendiéndolas como fundamentales y naturales de la misma existencia, de nuestra evolución, del mismo bien. El problema ocurre cuando se rompe ese equilibrio, cuando se niega parte del ser, o cuando negamos las posibilidades de satisfacción y desarrollo de otros seres, es aquí cuando nadamos contra la corriente, cuando intentamos dominar a la nanturaleza, utilizando medios perjudiciales y maliciosos, cuando confundimos a la realidad con la dialéctica moderna, cuando nos polarizamos y negamos una parte para sobredimencionar a otra, negando parte de si misma y cayendo en la falacia uniparadigmática.
Aristóteles marca la necesidad de un predominio de la razón, ya que según él es lo que diferencia al hombre de los otros seres, lo que lo hace hombre como tal y es lo que supuestamente lo hace superior; dice que si la razón hace al hombre hombre, será su práctica la que lo haga más hombre en perfección y menos animal; cosa que yo dudo, por lo que propongo el equilibrio mencionado en el parrafo anterior, ya que me parece que otros seres tambien pueden razonar, a su manera, lo he visto y lo siento; además el hombre no es solo razón, sinó también deseo y sentido, por lo que el bien necesariamente es la satisfacción de los tres, de la forma mas unificada y espontánea posible; el poder aprender de los momentos de tristeza y dolor para aumentar los de felicidad y conocimiento, para no repetir el sufrimiento producto de un mismo estado, el no autodañarnos ni negar parte de nuestra naturaleza, para esto es importante tener en claro los conceptos de ecosistema, interdependencia y vida.
Es poco probable la existencia de un bien separado de un mal; un ejemplo de esto sería imaginar un mundo donde solo existe la risa, la felicidad y la alegría, prescindiendo del llanto, el dolor y la tristeza; es esta separación de conceptos en buenos y malos la creadora del verdadero mal, aquel que paradójicamente en la realidad no existe; haber si entendemos; si dividimos lo indivisible resultará una fantasía con respecto a ese proyecto y en la realidad se reflejará como un servicio de la vida a la nada, a lo que no existe, como un dominio de la destrucción sobre la creación, esta separación podrá existir en nuestra imaginación, no así en la realidad, es por esto que entender al bien como a la vida y al mal como a la muerte es contradictorio y no conduce a nada, ya que una existe gracias a la otra, y separarlas es imposible, trabajar y pensar lo imposible es utópico, es malo, no responde a la realidad y a las verdaderas necesidades, solo es un constante navegar en la nada, sin llegar a ningún puerto, es querer dividir a la humanidad cuando en si es una sola, lo que creará guerras y destrucción más que comunion y creación; he aquí la maldad de la tierra, arraigada en la mente humana. En cambio soñar con lo verdadero, entendiéndolo como un proceso constructivo y constante, en el cual todos participamos, proyectando nuestras acciones con base en la naturaleza, en su equilibrio, en garantizar la supervivencia de la especie, entendiéndola como parte de un todo, integrado y muy complejo; esto no es utópico, no es malo, ya que es totalmente probable y fructífero, es sinónimo de la verdadera emancipación, la cual no culmina en el ser individual, sino en el ser común, librándonos de esas acciones que no nos conduicen a nada sino a nuestra propia destrucción, segregándonos y enemistándonos, esas acciones que son realmente utópicas por enfrentarse a la naturaleza. Es un llamado a la sinceridad de la razón, de los deseos y de los sentimientos; un llamado a la búsqueda del amor, a la realización del verdadero y profundo ser en su verdadero y mágico mundo, una búsqueda de la verdad y del conocimiento, este es el fin de la imaginación, la dialéctica clásica, del discurso; el unir, el construir una cultura auténtica y verdadera; no el dividir por dividir; el mantener un horizonte ideal basado en su aplicabilidad y satisfacción durable y universal; he aquí el bien.

Renato E. Salvo T.

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