martes, 29 de julio de 2008

Internacionalización, Justicia y Democracia



Por internacionalización podemos entender al proceso histórico mediante el cual las comunidades políticas soberanas y autónomas (especialmente los estados nacionales) delegan potestades y prerrogativas que eran de su propia competencia y facultad a instancias institucionales extranjeras o conformadas por miembros de distintas comunidades nacionales, con poder para participar y resolver, dependiendo del caso y de las cuestiones delegadas.

Son múltiples las formas y las instituciones de la internacionalización, sus grados y temáticas. Así se a diferenciado, de forma abstracta, a la internacionalización como mera globalización o mundialización (fenómeno económico con implicancias culturales), como interestatalismo o intergubernamentalismo (fenómeno donde sólo participan estados), transnacionalismo (fenómeno horizontal, participan públicos, no los poderes centrales del estado, y privados de todas las clases), supranacionalismo (instituciones políticas y jurídicas superiores jerárquicamente que las nacionales), integracionismo (fusión de estados y sociedades nacionales), comunitarismo o regionalismos (integración entre solo algunos) y universalismos (instituciones abiertas a todos). Las temáticas han sido desde lo económico hasta lo cultural y espiritual, y no han conocido fronteras de tiempo y lugar.

Por justicia entendemos al criterio humano de darle a cada quien lo que le corresponde, ya sea de acuerdo a valores, hechos o normas o a un mix de estas. La justicia a estado vinculada de manera inexorable con la imparcialidad y la institucionalidad, esto más allá de los criterios personales y los juicios individuales de toda persona (la justicia es una institución intersubjetiva. Si existe una justicia privada, es decir de uno consigo mismo, está debería ser independiente). Desde el punto de vista institucional, la imparcialidad es la virtud de la justicia ya que es obvio que no se puede dar a cada quien lo que le corresponde, es decir, ser equitativo e igualitario, en el trato hacia las partes en litigio, cuando se es una de las partes en cuestión o cuando existe la posibilidad de represarias a quienes enjuician. Este principio descanza en la idea de que no podemos ser juez y parte al mismo tiempo, ya que al ser parciales difícilmente se podrá respetar la igualdad ante la justicia y la sentencia dejaría de ser equitativa. Cuando el o los que deciden (juez/es) son la parte demandante o demandada (o influenciados por una de ellas), sus fallos estarán condicionados por sus propios intereses y emociones, lo normal de toda persona parte en un proceso judicial. La imparcialidad también se refiere a la autonomía que tienen las instituciones judiciales del resto de las instituciones, pues tienen que ser árbitros de estas también. La imparcialidad también se expresa incluso como seguridad hacia sus miembros, quienes no se pueden sentir presionados de ninguna forma. Esta autonomía debería ser también entre los mismos jueces dentro de las instituciones (independencia individual), los cuales hasta deberían despojarse de todos sus prejuicios y limitarse a aplicar la ley y los preceptos de justicia. Claro es que una imparcialidad absoluta sería imposible, a no ser que reemplazemos a los jueces por máquinas.

Por democracia entendemos a una de las formas de gobierno, específicamente es el gobierno formado por un pueblo, en el pueblo y para el pueblo; "demos" (pueblo) y "cracia" (gobierno). Se distinguen tipos de democracia, la directa, que es donde el pueblo gobierna sin intermediarios (representantes), como lo era en la Grecia clásica. La indirecta, que es donde el gobierno es representante del pueblo, el cual elige a sus representantes mediente el voto. La democracia semidirecta, que es una mezcla entre las anteriores; es decir una democracia indirecta o representativa, pero con elementos de una democracia directa, como es el caso de las iniciativas populares para proyectos de ley, los referendum, el plebicito, la distitución popular, entre otras.

También existen variantes de la democracia indirecta y semidirecta que van del hiperpresidencialismo hasta el puro parlamentarismo, según los distintos diseños institucionales. Entendiendo a la democracia como al gobierno del pueblo es importante entender que es el pueblo, la mayoría (tipos de mayorías: simple, absoluta o cualificada), toda una población deperminada (unanimidad, pero hay que identificar al criterio de determinación poblacional: territorial, nacional, etc), las corporaciones (formado por el poder y la influencia de los principales sectores sociales), una pluralidad heterogénea (formado por los sectores y grupos sociales y por los individuos en general). Podemos describir estos distintos tipos y justificar sus usos de acuerdo a criterios de eficacia, es decir de practicidad, o distintos criterios de justicia, los cuales tienden más hacia la concideración igualitaria entre los individuos partes de un pueblo. He aquí una importante elección, fundamentalmente ética, de que es lo que entendemos por pueblo, y por ende, de democracia, y como consecuencia, de justicia.

A mayor concideración por el valor del individuo tenderemos a valorar a la igualdad entre estos como el marco jurídico fundamental en el proceso de toma de desiciones, igualdad en la participación, votación, formulación, información, promoción. La independencia entre los individuos a la hora de prestar su libre consentimiento es otro criterio de esta posición ética, al igual que la valoración por su libertad en aceptar, transformar, rechazar y revocar. De esta ética se desprende la importancia fundamental, y a priori del proceso democratico, de derechos básicos capacitadores de los recursos de igualdad y libertad, necesarios ante el proceso democrático, los mismos son suceptibles de transformación solo por unanimidad de la comunidad implicada, ya que representan el consenso profundo o incluso la naturaleza de todos, por lo que se valora en primer lugar a la autonomía de la persona, a su capacidad soberana de dicidir para sí, ya sea aprobando o rechazando las iniciativas de toda la comunidad. Esta capacidad de rechazo no se asemeja al veto, ya que no porque unos no acepten significa que el resto no puede avanzar. El rechazo tampoco es válido como excusa frente al incumplimiento de lo acordado. Ha esta forma de entender la democracia la reconocemos como liberal, inspirada en las ideas de la ilustración y de la modernidad, en el valor por la igual libertad de voluntad entre todos los humanos, libertad que reconoce mínimos límites, los cuales a su vez son los que la protegen y le dan forma. Estos límites son la justicia, el derecho; el cual encapsula a la política. El resguardo de la autonomía personal, el resguardo del principio de daño y el resguardo al principio de responsabilidad son los únicos límites que el liberalismo permite a la voluntad de los individuos y los pueblos. Es así como una democracia más justa es una encaminada a reconocer al pueblo como a la totalidad de sus seres humanos, donde son todos igualmente soberanos. Esta idea de democracia la podemos llamar originalista, por ser la practicada en el nacimiento de la democracia, en la Gracia clásica, en cuanto a la participación directa sin representantes. Lo que introduce la idea liberal a la democracia directa clásica es la igualdad, ya que cada individuo debería ser igual jurídicamente que el estado, tener las mismas prerrogativas y facultades, cosa que en el mundo clásico eran impensables.

Distinta a la posición ética anteriormente descripta se encuentra el maximalismo, el que ve que dos son más que uno, siendo este uno obligado por el imperio de los dos, los cuales pueden decidir incluso por la vida de la disidencia. Esta visión ve al pueblo como un conjunto cuantitativo, siendo la institución con mayor ponderación numerica la que tiene imperio político, legal y moral sobre el resto. Si bien es cierto que se reconoce a cada persona igualdad ante otra, no contamos con bienes personales inviolables ni con autonomía frente a una mayoría, pues recordemos que dos son más que uno Esta concepción ve al pueblo claramente como a la mayoría, también se la ha llamado populismo.

Otra distinta concepción es la que ve al pueblo como la suma de sus corporaciones, es decir como la suma de grupos sociales separados por distintos intereses, capaces de representar al pueblo en su conjunto. La toma de desiciones democráticamente estaría dada por la justa participación de las corporaciones, para la cual se valora proporcionalmente a cada corporación, no en cuanto a la cantidad de personas que representa, sino a su capacidad de movilizar recursos, a su poder. Esta posición ética es más pragmática y eficaz, pero conserva el estatus quo y es contraria con las ideas del liberalismo moderno, con la emancipación del individuo.

Una visión pluralista de la democracia es el intento de unir a la eficacia de la democracia corporativa con la popularidad de la democracia mayoritaria o maximalista. Es la inclusión de criterios en un sistema que los valora por igual, por un lado la mayoría y por el otro las corporaciones. Una desición democrática es aquella producto del consenso entre estos sectores, valorados como representantes del pueblo. No confundamos al pluralismo con el liberalismo, ya que es distinto valorar por igual a una mayoría y a una corporación que hacerlo con dos personas que no son ni de la mayoría ni partes de una corporación y que para el liberalismo serían parte del pueblo y contarían con la misma dignidad que cualquier persona o grupo de personas pertenecientes o no a una corporacion. En el liberalismo está implicito siempre el valor tautológico del imperativo categorico kantiano (nunca ver a la humanidad como un medio sino como un fin en si mismo)

La idea aquí no es ahondar sobre las particularidades de la internacionalización, de la justicia o de la democracia, la idea es analizar normativamente la plausibilidad moral de la internacionalización frente a la idea que tenemos de la justicia y de la democracia, instalando a priori y de forma axiológica a la justicia y a la democracia como instituciones irrevocables y deseables de profundizar. Esto quiere decir que si partimos del supuesto de que la democracia y la justicia son indeseablen en sí mismas, como proponen las teorías negatorias del estado, este análisis que continúa caería en la falacia que justifica al gobierno, ya que me propongo dilucidar en que medida el nacionalismo (anti-internacionalismo) y el internacionalismo, ambas teorías modernas (no postmodernas como las negatorias que éticamente son relativistas y escépticas), resguardan y promueven a la justicia y a la democracia y fundamentalmente que idea ética de democracia y justicia promueven y resguardan, si es que lo hacen con alguna.

Luego de haber entendido a grandes rasgos estos tres conceptos y de reducirnos a lo que llamamos el impacto de la internacionalización sobre la justicia y la democracia podemos desarrollar el tema.

Existen dos visiones antagónicas sobre esta cuestión, una dice que la intrernacionalización es en si misma antidemocrática y como tal injusta mientras la otra dice que potencia la democracia y aumenta la justicia.

Si la democracia es el método de gobierno por el que un pueblo se autogobierna, la internacionalización de sus instituciones reduce el poder que ese pueblo tiene para autogobernarse, ya que las decisiones que el mismo toma, en democracia, tienen que ser sometidas al consenso internacional, para tener validez y eficacia. Las instituciones dejan de ser soberanas (nacionales) y pasaron a ser interdependientes (internacionales). El impacto de la internacionalización es negativo sobre la democracia porque la nación pierde su capacidad para crear políticas públicas de manera independiente, necesita someter sus proyectos de ley a la negociación con otras naciones, incluso se somete a adopatar automáticamente y con fuerza de ley las resoluciones de estas instituciones internacionales, compuestas por distintas representaciones nacionales, las que por lo demás, en muchas ocaciones, no son elegidas popularmente y se limitan a representar los intereses nacionales particulares, los que suelen ser motivos de discordias y conflictos, esto golpéa a la gobernabilidad, a la autonomía y a la libre determinación de los pueblos. La internacionalización es la pérdida de las instituciones democráticas a favor de instituciones más lejanas de los pueblos, más generales y menos coherentes con las diferencias e identidades locales.

Contráriamente, la otra visión ve a la internacionalización como el proceso de democratización del mundo, los pueblos unidos conforman al gran pueblo que es la humanidad en su conjunto. Una verdadera democracia es aquella que reconoce a la multiplicidad de actores en la toma de decisiones, que es inclusiva y que intenta controlar, de la manera lo más participativa posible, todas las cuestiones humanas, incluso las que escapan a su territorio, esto porque se parte de la base de que las sociedades son interdependientes, se necesitan las unas de las otras, es el reconocimiento de que se comparte un mismo mundo, que es necesaria la integración y la cooperación internacional para hacer frente a problemas mundiales, que de forma nacional son imposibles de encarar. Si bien es cierto que al internacionalizar las instituciones se pierde poder para decidir unilateralmente, también es cierto que se gana poder epistémico (democrático), es decir las decisiones al ser multilaterales tienden hacia la verosimilitud ya que son producto de un debate colectivo, entre distintas nacionalidades, luego del primer debate nacional, el cual dependiendo del caso puede llegar a no ser debate y ser una decisión unipersonal (gobiernos hiperpresidencialistas, monarquías absolutas, dictaduras). Es por esto que la internacionalización aumenta la democracia, al incremetar las instancias de debate y de decisión, al abrir la participación a más actores. Lo que si golpea a la gobernabilidad es la falta de cooperación entre los sectores en conflicto, los cuales no suelen ser exclusivamente nacionales. Los pueblos ganan soberanía con la internacionalización al aunemtar sus instancias institucionales, su alcance y, esto lo más importante, al crear una institución verdaderamente independiente y con imperio frente al estado. Es por esto que la soberanía si la pierde el gobierno representante del pueblo, pero la gana el pueblo.

La integración nacional se forja en el marco del derecho interno y de las instituciones estatales, la integración internacional se forja en el marco del derecho internacional. Es interesante contrastar al derecho interno y al internacional con la democracia. Las leyes nacionales están sustentadas en las constituciones nacionales, estás tienen el imperio de albergar a todos los individuos que estan dentro de sus jurisdicciones, sin importar el concentimiento explícito de estos a obligarse por dichas normas y sin tener estos la posibilidad de cambiarlas o modificarlas, según la libre elección de cada individuo, menos la capacidad de dejarlas sin efecto (esto en las democracias indirectas y semidirectas, en las cuales hay representantes). Las reformas constitucionales en las democracias representativas modernas tienen altos grados de dificultad, por lo general se necesitan mayorías especiales, sus contenidos tienen que ser lo suficientemente generales y son paquetes en sí mismo, los cuales por lo general se toman o se dejan. La integración internacional en cambio, al forjarse en el maco del derecho internacional, cuenta con mayor valor espistémico (democrático), esto porque los regímenes internacionales no se encuentras centralizados en un estado o constitución, por lo que su modificación es mucho menos engorrosa e interesa solo a las partes implicadas y a las temáticas conflictivas, donde jamás una parte tiene el imperio para obligar a la otra a abandorar cierto régimen o a ser parte de el, incluso al adherirse a un régimen internacional se tiene siempre la posibilidad de formular reservas, acto que permite la conservación de las particularidades e identidades locales. Todos los actos jurídicos internacionales, incluso las sentencias judiciales, se suetentan siempre en el libre concentimiento prestado en obligarse a dichas normas y casi no existen las normas irrevocables. Esto es así ya que los sujetos de derecho internacional son soberanos, mientras los sujetos de derecho interno no lo son, es por esto que un estado europeo tiene la capacidad de dejar de ser un miembro de la Unión Europea cuando estime conveniente, sin necesitar consenso europeo para ello; en cambio, un ciudadano no puede elegir las normas que lo amparan y menos denunciarlas, por eso se dice que es un sujeto sometido a un imperio de la ley, y de la fuerza.

En cuanto a la justicia debemos decir que una justicia (institución) es justa (valor), además de cuando logra la mayor imparcialidad posible, cuando los criterios de justicia o leyes y principos aplicables son elegidos libremente y voluntariamente por las personas que se amparán por las mismas, es decir por su valor epistémico o democrático en la creación de justicia. Al internacionalizar la justicia, dice el nacionalismo, se pierde su valor epistémico (democrático), es decir se pierde justicia como valor, esto porque los criterios, leyes y principios aplicables por la justicia internacional escapan a la voluntad de los individuos de una nación, que contaban con una justicia soberana, ellos ya no eligen sus instuticiones, las eligen los extranjeros, pesonas distintas y lejanas culturalmente, incapacitadas para entender las particularidades consuetudinarias de las múltiples y distintas comunidades nacionales. Es utópico pensar que todos los individuos de las distintas comunidades se deberían amparar bajo los mismos derechos, eso sería imperialismo de una cultura y atentaría contra las tradiciones y las culturas que tienen distintas formas de ortganización social y política. Es por esto que la internacionalización de la justicia es en si injusta, por ser antidemocrática y por querer imponer una misma ley a comunidades que tienen la libertad (soberanía) para crear sus propias leyes.

El argumento anteriormente expuesto es falaz, la internacionalización de la justicia capacita a la democracia al aumentar sus instancias institucionales (las cortes supremas nacionales dejan de ser la última instancia), al abrir la participación en sus desiciones y competencias a distintos actores de diversas comunidades nacionales, al potenciar la imparcialidad de la justicia, esto porque los jueces internacionales están más lejos de alcanzar por las influencias nacionales (es más facil presionar a una justicia nacional que a una internacional, es mas facil presionar a un poder en el país que a muchos países), la justicia internacional es más independiente de los estados que los poderes judiciales de los mismos estados (imparcialidad y división de poderes). No existe idea más justa que la que ve a todos los humanos iguales en su caracter de personas, de dignidad, sin discriminar por motivos de raza, sexo, lengua, ideología y nacionalidad. Todos con los mismos derechos inherentes a nuestra naturaleza humana y con un trato igual ante la justicia. Los Derechos Humanos son universales, ellos no son un imperio, se aceptan libremente por las comunidades en el marco del derecho internacional, del cual ya hemos hablado, los derechos humanos se basan en el respeto a la soberanía ya no solo del estado sino que de la persona humana, la cual es libre de determinar su cultura y a la cual se le deben garantizar los instrumentos necesarios para sobrevivir y alcanzar sus ideales de vida personales, para poder participar líbremente del proceso democrático (igualitario) de toma de deciciones. No podemos participar más activamente de la política si no tenemos garantizadas nuestras necesidades básicas (biológicas) y no logramos la base para una sociedad igualitaria en educación y autonomía frente al estado.

Es por esto que no debemos dejarnos engañar por falsas ideologías, debemos ser críticos e intentar de contrastar con la realidad lo que nos dicen, contrastar con lo que sabemos que es cierto, con nuestra naturaleza biológica, la cual no reconoce fronteras.

((((((EN CONSTRUCCIÓN)))))))

sábado, 31 de mayo de 2008

Economía Internacional y Desarrollo Sustentable



El liberalismo comercial ha creado una división internacional del trabajo sustentada en el supuesto de las ventajas comparativas, así se consolidaron naciones industrializadas, productoras y exportadoras de manufacturas con altos valores agregados, intensivas en capital y tecnología y otras productoras y exportadoras de materias primas y bienes agropecuarios, intensivas en trabajo. Esto no implicaría problema alguno si el intercambio entre estos sectores internacionales fuera lo suficientemente justo, como para permitir el desarrollo y el bienestar de todos, cosa que lamentablemente no se da. Las inestabilidades y el deterioro de los términos de intercambio, las diferencias de precios y de elasticidades de oferta y demanda, las disparidades en las protecciones y restricciones comerciales, los tamaños de las economías, distintos costos de especialización, el poder desigual de negociación, entre otros factores, ha llevado a una mayor dependencia de unos con respecto a otros, a un beneficio a costas de un perjuicio y a la necesidad de los más afectados por implementar la industrialización que parece ser, como demuestran los países desarrollados, el camino al bienestar. Esta situación generó un sistema complejo en donde las naciones desarrolladas mantienen sus industrias básicas y las protegen y en donde los países en desarrollo se industrializan, protegiendo estos procesos incipientes y dependientes del costoso capital y de la tecnología para lograr industrias competitivas en el mercado internacional. La emergencia de empresas transnacionales, las privatizaciones, los déficit comerciales, los endeudamientos y la falta de capacitación y recursos por parte de las naciones más vulnerables se ha traducido en un circulo vicioso, en el que se necesita que ambas partes cooperen para lograr un beneficio que sin duda es mutuo.

Se ha dicho repetidamente que la producción de bienes básicos es más inestable que la producción de bienes manufacturados ya que los cambios climáticos afectan directamente sobre los volúmenes e ingresos, como es en el caso de la industria agropecuaria. Cuando la especialización ha llevado a la producción y exportación de bienes pertenecientes a una misma industria e incluso a la exportación de un mismo bien, se crea una dependencia a ese mercado específico, a sus compradores y vendedores, acentuando la inestabilidad propia de la producción y exportación de productos primarios, cualidad de los países en desarrollo. La elasticidad en estos productos no lleva a una variación consecuente de precios, como si en los productos manufacturados, creando mayores pérdidas de ingreso para los países en vías de desarrollo, permitiéndoles menos capacidad de ahorro, más gasto y más endeudamiento; entorpeciendo la estabilidad, las expectativas, las inversiones y las políticas de largo plazo, causando un clima de conflicto social y vulnerabilidad política, haciendo al fin y al cabo más difícil la emergencia de un desarrollo sostenible.

La forma en como se distribuyen los beneficios del comercio internacional es como ya hemos dicho injusta, el precio de lo que unos venden es muy inferior y progresivamente en disminución de lo que otros venden, siendo ambas mercancías indispensables, resulta la acumulación de unos a costas del endeudamiento de otros. Así fueron las conclusiones de la Comisión Económica para América Latina, refiriéndose al deterioro de los términos de intercambio en la década de los ´80 para los países en desarrollo, década en la que no se equivocaba, pero la experiencia nos dice que las coyunturas cambian, en la actualidad son los países en desarrollo son los que tienen mayores superávit en su balanza comercial, son los precios de las materias primas los que se encuentras en alzas históricas, un ejemplo es el petróleo, el cobre y la soja. Se habla de la crisis alimenticia internacional, los altos precios de los productos alimenticios ponen en jaque la deplorable situación de los más pobres y hace indispensable una política global al respecto. Al mismo tiempo la tendencia del consumo es gastar cada vez más en bienes manufacturados que en bienes primarios, al mismo tiempo que los precios de las manufacturas crecen más rápido que el de los bienes primarios y las materias primas necesarias para la fabricación de manufacturas son cada vez más reducidas y reemplazadas por sustitutos más económicos y abundantes, muchos de estos son materiales reciclados y productos químicos y sintéticos.

Los países en desarrollo han creado coaliciones para hacer frente a sus demandas comunes, la exigencia de un nuevo orden económico internacional, más justo y responsable es un pedido multitudinario, se exige la creación de instituciones y acuerdos que estabilicen el comercio, que permitan mayor seguridad y proyecciones a más largo plazo, que se reduzcan significativamente las protecciones y subsidios a los bienes primarios en las naciones desarrolladas, que se de preferencia a las naciones mas vulnerables y que las ventajas y preferencias comerciales se extiendan a todos los integrantes de la comunidad internacional, que se termine con la discriminación de bienes y de orígenes, que se condonen las deudas impagables y que se cree un sistema monetario internacional favorable para todos, ya no más sostenido por la hegemonía de una sola moneda. Es menester aclarar las diferencias ideológicas y estructurales entre los países en desarrollo, dentro de los cuales podríamos hacer categorías y grados, además de sus definiciones particulares. En este contexto se ha llegado a hablar de primer, segundo, tercer y cuarto mundo, haciendo referencia a las primeras potencias industrializadas de occidente o primer mundo, a los países de Europa del este y la ex unión soviética, junto con las potencias emergentes como el segundo mundo, a las naciones en vías de desarrollo, dentro de las cuales resaltan las regiones orientales y la América Latina se le ha llamado tercer mundo y la cuarta categoría corresponde a los países menos desarrollados, como los ha clasificado las Naciones Unidas, en su mayoría pertenecientes al continente africano. También se continúa hablando de centro y periferia como así de metrópolis y tal vez ya no de colonia pero si de territorios fideicometidos y los no autónomos, de norte desarrollado e independiente y de sur subdesarrollado y dependiente. Tal vez la clasificación que más me cierra es la que dice que las naciones son todas complejas e interdependientes, que si bien hay unas más sensibles a las políticas de otras y hay unas que no tienen la capacidad de crear política, el éxito relativo de una beneficia de alguna forma a otra, como el fracaso y el caos de una también afectará a las otras, incluso a las que parecen menos sensibles ante las políticas y realidades de otras y donde todas son complejas ya que encontramos éxitos y fracasos en cada una de ellas.

Los dos modelos de desarrollo constantemente contrapuestos son el orientado hacia la exportación o el libre mercado y el orientado a la sustitución de importaciones o construcción de economía autárquica. El primero se basa en la ventaja comparativa, en la especialización, en el intercambio y en la liberalización económica general. El segundo se basa en la búsqueda de independencia económica y autonomía comercial, en la industrialización que completa la matriz de producción, capaz de abastecer satisfactoriamente al mercado interno, prescindiendo de la especialización, la ventaja comparativa y de las importaciones de los bienes escasos y menos eficientes de fabricación en el mercado interno; este modelo ve a la importación como una dependencia indebida hacia economías que velan por sus intereses, las que más que practicar un intercambio justo compiten por la dominación y el control de mercados para el propio lucro. Las restricciones comerciales y las medidas proteccionistas son un indicio de la renuencia de las naciones hacia la apertura total de sus fronteras en virtud de un verdadero mercado mundial unificado. En el mercado internacional es donde las grandes potencias miden sus fuerzas y donde las pequeñas economías y los países en desarrollo solo tienen la posibilidad de absorber los beneficios que las grandes economías le permiten, causando el subdesarrollo, la dependencia a las inversiones, a la tecnología y la imposibilidad de una política industrial soberana, trayendo inestabilidad y crisis política, económica y social. El modelo enfocado a la exportación hace hincapié en la interdependencia de todas las economías, a la imposibilidad de crear reales y permanentes beneficios económicos a costas de terceros Estados, a las mayores ganancias que trae el comercio internacional debido a las diferencias en las dotaciones de factores de producción y a la ventaja comparativa. Ve que los países en desarrollo encuentran en el mercado mundial la posibilidad de expandir sus economías, hacerlas más competitivas y atraer inversiones y tecnologías, creando empleo; que de manera autárquica sería imposible, que de todos modos el libre cambio permite el aumento de las exportaciones y que una política de sustitución de importaciones puede mantener las exportaciones solo en niveles reducidos y a corto plazo, perdiendo rentabilidad, producción potencial y creando mayor dependencia de la que se quería prescindir. En la realidad es insostenible aplicar uno de estos modelos puros, las economías más grandes tienen la necesidad de internacionalizarse y asegurar sus compradores y vendedores extranjeros, las más pequeñas de igual forma se ven envueltas entre la búsqueda de independencia económica y la realidad de la extraterritorialidad de sus activos, al carácter global de la tecnología y a las complejas interacciones transnacionales que dan vida a sus economías. Los modelos mixtos y coherentes con las distintas realidades han surtido mayores resultados que las políticas teñidas de ideologías y modelos teóricos alejados de la realidad, como el caso de Corea del Sur que ha sabido combinar estos modelos en beneficio de su bienestar general. Los modelos impuestos desde afuera, como el Consenso de Washington, hacia los países en desarrollo, son también falaces, al creer que todas las economías en desarrollo eran iguales.

Existen multiplicidad de casos en los que se han aplicado estos modelos pero es importante señalar que nunca se los lleva al extremo, si bien han habido países que desarrollan una estrategia más que otra, siempre es posible encontrar elementos de una en la aplicación de otra, más cuando se analizan las economías desde un punto de vista dinámico, incluyendo la evolución y el paso del tiempo. Argentina Brasil y México son economías que han desarrollado la sustitución de importaciones, más durante las décadas del `50 y del ´60, con el argumento de la protección de la industria naciente, pero sin grandes éxitos comentables. Distinto es el caso de China, quien ha logrado una eficaz protección no solo de la industria nacional, sino que de los elementos sociales y culturales, al tiempo que ha expandido sus exportaciones, diversificando su producción, agregando valor y tecnología; basada en la ventaja comparativa y en la promoción y financiación a la industrialización, pero su modelo es más liberal que de autarquía, esto lo demuestra su dependencia hacia las importaciones de bienes agropecuarios y materias primas, al carácter internacional de su economía basada en la exportación, pero no podemos decir que es una economía plenamente liberal, debido al fuerte intervensionismo del gobierno en la economía, que si bien es cierto se ha privatizado, mantiene rígidos vínculos con el sector público, donde la política monetaria, impositiva y comercial es totalmente dirigida desde el partido comunista, es por esto que se ha dicho que China es una economía socialista de mercado. Chile es un caso de economía liberal relativamente exitosa, la progresiva liberalización general de su economía, los tratados de libre comercio con las principales economías mundiales, su especialización en industrias con ventajas comparativas, como es el caso de la salmonera, la vitivinícola, la minera, la agrícola y recientemente industria del software, medidas todas que han demostrado que la estabilidad económica, la atracción de inversiones y tecnologías es posible y que permiten desarrollar industrias potenciales y de escala, imposibles de realizar en el marco de una economía pequeña. Lamentablemente los beneficios del comercio no son distribuidos de manera equitativa, la gran desigualdad social pone en evidencia las debilidades del modelo neoliberal, en donde un estado pequeño no tiene la capacidad necesaria para hacer frente a los conflictos y poder manejar recursos que al tiempo que entran al territorio salen del mismo. Creo que un modelo de sustitución de importaciones puede hacer más capaz a los gobiernos de hacer frente a las demandas sociales, debido al mayor control que tienen estos de la economía, mientras que los gobiernos auspiciantes del libre mercado, al globalizar la economía, globalizan también su capacidad para hacer frente a una economía que escapa de sus manos.

Las economías del sur-este asiático han experimentado grandes crecimientos desde la década del ´60, combinado con equitativas redistribuciones del ingreso. Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Tailandia, Malasia e Indonesia son algunos ejemplos, que siendo todas economías muy diversas, comparten elementos comunes, como es la abundante fuerza laboral, productividad e inversión. Se han destacado también por ser economías abiertas a la exportación, luego de haber tenido un periodo de industrialización, mas o menos proteccionista, dirigido a la sustitución de importaciones, modelo que fue abandonado, en algunos casos más rápidos que en otros, debido a los déficit comerciales obtenidos como resultado. Los Cuatro Tigres se les llama a Corea del sur, Hong-Kong, Taiwán y Singapur, estas se caracterizan por su exitosa y reciente industrialización, bajas tasas de desempleo, de inflación y muchos indicadores de bienestar social, como la alfabetización y la esperanza de vida. La industria siderúrgica y la textil de Japón han perdido terreno frente a la de estas economías, Corea del Sur ya desplazó a Japón de la industria automovilística. La apertura comercial, la promoción y financiación a las exportaciones, las bajas tasas de interés, las devaluaciones monetarias periódicas, la inversión en infraestructura, el alto nivel de certidumbre y la eliminación de barreras burocráticas, han hecho de estas economías un lugar seguro y sumamente rentable de producción a escala mundial. Existen factores culturales que han permitido este desarrollo, como es la filosofía confuciana y la disciplina laboral que caracteriza a sus poblaciones. Sin embargo el superávit comercial a llevado a que muchos países levanten barreras proteccionistas contra las exportaciones de estos países, quienes a su vez han enfrentado serios problemas medioambientales.

La experiencia americana de desarrollo es muy diversa pero de igual forma podríamos hacer clasificaciones; así distinguimos a los Estados Unidos, primera potencia económica y militar en el mundo, posterior a la Segunda Guerra Mundial y más tras el fin de la Guerra Fría, ahora vertiginosamente reemplazada económicamente por la Unión Europea, Sin embargo USA a jugado un rol protagónico de hegemonía transcontinental, basada en el libre mercado y en la internacionalización de su economía, ha hecho de su moneda la primera divisa, ahora paulatinamente reemplazada por el euro, al igual que su mercado de capitales e inversiones, los que le han quitado terreno a la industrialización puramente estadounidense, para dar emergencia a la transnacionalización de la industria y de los activos financieros. Sin duda todo un caso controvertido desde el punto de vista económico, político, jurídico y hasta cultural; esto porque ha desafiado los conceptos mismos de la modernidad y del estado-nacional como unidad política y económica soberana. La globalización, la integración regional y la interdependencia son todos fenómenos en los que USA a jugado un rol fundamental. Distinta ha sido la realidad para el resto del continente americano, sin referirse a Canadá, haciendo mención a la América Latina, la cual ha nacido del primer proceso de descolonización, hacia 1800, gracias a la revolución francesa y a la cooperación de Inglaterra y luego de USA, esta región se caracterizo por ser modelos económicos agro-exportadores, monopólicos y oligárquicos, hasta la crisis mundial de 1930, la que al causar desabastecimiento de manufacturas creó la necesidad imperiosa de sustituir las importaciones, de esta forma comenzaron las primeras e incipientes industrias básicas en la región, principalmente en Argentina, México y Brasil, las que se mantendrían solo a cosas de la insuficiencia en la oferta mundial y gracias a las protecciones comerciales. Los bienes de capital, la inversión y la tecnología no han podido ser desarrollados en la región de una manera satisfactoria y eficiente, siendo dependiente esta históricamente de la importación de estos factores, los que compra con las divisas obtenidas de sus exportaciones de materias primas y bienes agropecuarios, ya que son intensivas en trabajos y en recursos naturales. Este proceso de industrialización a experimentado desarrollos, se ha diversificado la industria, se ha intentado completar la matriz de producción, pero la eficiencia y el bienestar general han sido sacrificados para mantenerlas, ya que no han logrado estabilidad en sus ingresos y se han visto estancadas con las altas restricciones comerciales, que impiden su competitividad a largo plazo y las rápidas y abruptas aperturas comerciales, que las han tirado abajo más de una vez. La inestabilidad política característica de la región, la dependencia a los capitales foráneos, la falta de capacitación y alfabetización en la región, la extrema pobreza, los conflictos étnicos y sociales, han hacho más lenta la vía al desarrollo. Sin duda la intervención en los asuntos internos y las directrices económicas desde el norte han influido en gran medida en su desarrollo, de igual modo la relación en los términos de intercambio y los continuos fracasos de la industrialización, que a lo sumo, a estado cerca de llegar a la sustitución de importaciones. La década del ´70 estuvo marcada por las oleadas de capitales foráneos, en forma de préstamos e inversiones extranjeras directas, los cuales tras el incremento de la tasa de interés en el norte, hizo imposible su cancelación y llevó a la crisis de la deuda durante toda la década de los ´80, desalentando la inversión y la producción, sumado al deterioro en los términos de intercambio, denunciado por la CEPAL. Para los ´90 se pensaba en una nueva oportunidad para el desarrollo, tras la llamada década perdida; el Consenso de Washington fue un paquete de medidas macroeconómicas y comerciales para los países en desarrollo, con especial interés en América Latina, era la aplicación de la ideología neoliberal, sin ninguna adaptación progresiva y especial según cada caso concreto. En algunas economías resultó mas aplicables que en otras pero en todas fue un fracaso, dando como resultado el Consenso de Santiago, en contestación por parte de estos países al anterior consenso desde arriba.
La crisis del tequila y la crisis asiática impactaron negativamente sobre las expectativas de inversión en la región, las industrias fueron desmanteladas producto de la rápida liberalización general, la desigualdad social se incrementó pero el estallido de una aguda crisis regional se ha visto atemperada por el aumento de los precios internacionales de las materias primas y los bienes alimenticios, que han permitido elevar los ingresos y llevar a superávit comerciales, en la mayoría de los casos, lo que no se ha visto acompañado por una redistribución más equitativa del ingreso, si por un aumento de la inversión y la atracción de tecnología, una mayor estabilidad política y social para la región, el renacer para nuevos procesos de industrialización y la esperanza de un próximo desarrollo a largo plazo.

miércoles, 16 de enero de 2008

Cambio del Poder Duro en el Mundo


El sistema internacional para Aron Raymond es un conjunto de unidades políticas que mantienen relaciones diplomáticas regulares y que son susceptibles de verse implicadas en una guerra general, su estructura es oligopolística. Antes de 1945 no había existido nunca un sistema internacional que incluyera a todo el planeta, durante la primera guerra los cálculos políticos y militares no habían incluido a Estados Unidos, es por esto que tras la guerra se expande el tablero diplomático y lo mismo ocurre tras la segunda con las regiones orientales.

La jerarquía entre las unidades políticas está determinada más o menos oficialmente por las fuerzas que estas pueden movilizar, las oposiciones entre las mismas están determinadas por intereses o sentimientos, si es una de las de más alta jerarquía el conflicto suele ser en primera instancia interno mientras que si es una unidad media o pequeña su participación está determinada por los cálculos o sentimientos con respecto a uno de los bandos ya formados.

Existen sistemas homogéneos, como la Santa Alianza, los cuales implican mayor estabilidad, favorecen los límites a la violencia; estos se distinguen porque sus partes comparten principios, valores, formas de estado y de gobierno. Los sistemas heterogéneos son todo lo contrario, se basan en la contradicción y hasta en la oposición; así los sistemas basados en la herencia dinástica son incompatibles con los basados en una idea nacional, también la heterogeinedad producida de un fondo comunitario parece más temible que una creada sobre la lejanía y el desconocimiento.

Después de 1945 la esfera diplomática tendió a una homogeneidad jurídica, cuya expresión esta constituida por la O.N.U; entre 1917 y 1945 la esfera era heterogenia y compleja, integrada por tres regímenes opuestos con ansias de cada uno de someter en su estructura al resto. La homogeneidad jurídica resultante de la segunda guerra es similar a la resultante de la primera en tanto encubre una realidad heterogénea de las unidades políticas.

La sociedad trasnacional se manifiesta por los intercambios comerciales, las migraciones de individuos, las creencias comunes, las organizaciones que trascienden más allá de las fronteras y por las ceremonias o competiciones abiertas a los miembros de todas las unidades, esta sociedad imperfecta está regida por el derecho internacional privado, por ser sus partes y sus relaciones privadas; las propuestas, prohibiciones y obligaciones consignadas en los tratados entre estados forman parte del derecho internacional público, invocado este por los vencedores de las guerras contra los vencidos.

Los cambios de estructura internacional están influenciados por diversos factores pero uno de los más populares y vistos como más determinantes es la decadencia económica; teóricamente el crecimiento puede ser indefinido, la decadencia no; es verdad que una es la contraria de la otra pero también podríamos decir que pueden darse paralelamente. Un indicador del crecimiento económico es cuando los individuos tienden a desertar de las ocupaciones menos atractivas, también es sentido común entre los historiadores que la decadencia se inicia de la mano de la oferta, en los modos de hacer las cosas y de mejorar la productividad; debido a una cierta comodidad dignificante que desemboca en inactividad, en falta de innovación y en conservadurismo de lo que les permitió la preeminencia; la cuestión es que no se tiene en cuenta la dinámica del proceso constante de evolución el cual no permite la trascendencia de ningún modelo condenando a todo aquel que por su estática no se adapte a los nuevos tiempos que día a día demandan cambios de actitudes. Cuando se logra llegar a la cima se suele detener para apreciar y disfrutar el logro alcanzado mientras otros siguen escalando.

(((En construcción)))

Montesquieu, Liberalismo y el Legado Para los Pueblos Americanos


Ya es conocida la imposibilidad de trazar líneas de continuidad en el tiempo, procesos que logren trascender, que pese a las constantes transformaciones e inconsistencias teóricas sean más que razones sentimientos, convicciones y por qué no hasta necesidades humanas que tras una introspección histórica las encontremos como motivos de la acción social, de las demandas colectivas que en distintos lugares y periodos se han desarrollado, donde el fin es el bienestar, la justicia y la verdad; la satisfacción individual, a la que se la ha visto como un fin en si mismo y se la a opuesto con la satisfacción colectiva o universal, cuando en definitiva son parte de una misma búsqueda y que es la búsqueda de libertad, la búsqueda de la no dependencia, de la autosuficiencia, la que ha estado implícita en las causas de los conflictos, las guerras y las revoluciones. Es ilustrativo el reconocimiento de estas grandes ideas que se han transformado en instituciones mundiales, que han sabido mantenerse y consolidarse; reconocer a sus autores intelectuales y políticos, sus influencias y repercusiones sociales y culturales, son parte del entender el proceso humano en el que nos encontramos y en el que nos hemos encontrado envueltos, cristalizan nuestro conocimiento y expanden nuestro marco instrumental a la hora de intervenir como actores que somos en este mundo en construcción constante; ideas como la igualdad, la verdad, la libertad, la justicia, la fraternidad, la identidad, la integridad; son todas parte de estas instituciones de valor, las mismas que han inspirado nuestro accionar político y las que han legitimado a las más grandes atrocidades. A partir de todo lo anterior y ante la necesidad de síntesis, reduciendo el estudio a uno de los autores intelectuales de estas ideas y a las influencias de las mismas en la creación y transformación de los estados modernos, me he decidido por evocar el pensamiento del barón de Montesquieu, hijo del iluminismo francés, precursor del liberalismo y de la doctrina de la división de poderes del estado; estructura constitutiva del moderno estado nacional y directriz política para los fundadores de los estados americanos; ideas plasmadas en sus debates, pensamientos y constituciones políticas, ideas que sin duda han dado nacimiento a las mismas ideologías modernas y con ellas a las mismas revoluciones, a este proceso continuado y distintivo de la historia moderna al que se le ha llamado emancipación del hombre y de sus instituciones, secularización, búsqueda de autonomía personal e institucional; proceso y pensamiento que se mantienen vivos y globalizados, porque la modernidad esta viva, porque es en el propio sentido moderno donde hay espacio para la multiplicidad teórica, para los distintos paradigmas, para la heterogeinedad de discursos, instituciones y metodologías, de culturas e historias, para el mismo postmodernismo; es este el objeto moderno, el romper con los esquemas lineales que no permitían salir al hombre de su minoría de edad, porque justamente eran las alternativas de pensamiento e información las que se tenían vedadas y a las cuales debía acceder el hombre moderno, para sin dogmas y prejuicios, decidir libremente entre el todo y con tolerancia y aceptación de lo distinto y contradictorio ya que si no se puede alcanzar la verdad al menos de esta forma el hombre moderno estará más seguro de su elección, la que descansa en la propia y autónoma voluntad, la cual ha decidido sobre la gran variedad de alternativas; esta idea colectivista para la obtención de conocimiento es más que una teoría epistemológica y ontológica, es la idea central en el método democrático, en la política revolucionaria, aquella que busca cada ves mayor participación ciudadana, quienes a través de esta luchan por sus ideales e intereses personales y colectivos, los cuales son ni más ni menos que la realización del hombre moderno, del hombre ilustrado, de quien desea si no alcanzar la verdad al menos la justicia, el progreso y el bienestar de una sociedad que pugna entre lo local y lo universal, en un enfrentamiento que se traduce en el conflicto de identidad, de fraternidad; el último principio y anhelo moderno; último porque es el que aún no hemos completado y del cual el postmodernismo quiere prescindir; la libertad ha sido consagrada como un derecho y como un principio moral universal, lo mismo para la igualdad ante la ley, igualdad entre los hombres en cuanto humanos, esto es que sin hacer diferencias por motivos de raza, sexo, idioma, religión o nacionalidad; pero la identidad, el espíritu de cuerpo, la fraternidad de esta comunidad universal, el sentido de solidaridad, el que se encuentra solo en términos parciales, de forma declarativa y no efectiva e imparcial, enfrentada con las identidades nacionales, las que más que en apogeo se encuentran en decadencia ante el renacer de la identidad local, la étnica, la cultural y la trasnacional; aquella que se levanta como la verdadera nacionalidad; faltan modelos teóricos, ideológicamente admirables y económicamente fructíferos, que logran eficiencia política y se trascienda la coyuntura de transición, que logren la identificación de los estados con estas verdaderas comunidades, capaces de autogobernarse, las que en verdad son pequeñas y gigantes; la identificación de estas comunidades de individuos como parte de un todo, de una sociedad internacional con identidad e institucionalidad propia, aquella que reúne a la suma de las partes, es esta la otra parte de la identidad del hombre que se construye; el problema actual es por un lado la aparente centralización del poder en estados que no representan a las múltiples y heterogéneas comunidades culturales y económicas, las cuales deberían ser y son cada vez más autónomas y la falta de poder supranacional que haga efectivo los compromisos exteriores y que construya la identidad del hombre en cuanto hombre del mundo; de esta forma la identidad nacional se encuentra en una división que la parte en dos, por un lado se delegan lealtades a las identidades locales-culturales y por la otra se delegan lealtades a la identidad humana, la cual no reconoce fronteras.

La idea de este trabajo es lograr entender el nacimiento y la influencia de un pensamiento que a trascendido en el tiempo, llamado liberalismo, el cual ha estado ligado al nacionalismo, al individualismo, al capitalismo burgués y al constitucionalismo moderno; comprenderlo desde el pensamiento de uno de sus autores pioneros, en especial en referencia a la idea y práctica de la división tripartita de poderes, constitutiva del moderno estado nacional; dar cuanta de sus justificaciones y de sus críticas, de su evolución y perspectivas de futuro; con la finalidad de intentar de responder, si acaso es posible hablar de liberalismo como un medio o como un fin para la vida humana y si es este paradigma realmente emancipador o más que eso esconde un criterio ya conservador.

DESARROLLO

Montesquieu (1689-1755), su pensamiento está contenido en sus distintas obras, dentro de las cuales destaca “Cartas Persas”, “Causas de la Decadencia del Imperio Romano” y “El Espíritu de las Leyes”, su más célebre obra; fue un admirador de la Inglaterra moderna, la resultante de la revolución gloriosa, en donde los sucesores de Jacobo II firman y juran la “Declaración de Derechos” (1989), parte importante de la constitución inglesa; fue contrario al absolutismo monárquico, movimiento revolucionario que se manifestó en un aumento del poder parlamentario en contra del poder absoluto del rey, esto porque la burguesía aumentaba sus riquezas al tiempo que aumentaban sus ansias de poder, institucionalizadas en el emergente parlamento; fue también un gran expositor del liberalismo político, sobre todo en cuanto a la limitación del poder del estado (soberano) a favor de los individuos, de sus libertades y autonomías (burguesía), pensaba que las leyes derivan de la naturaleza humana por lo que se lo denominó como un clásico iusnaturalista laico (racionalismo); en sus tesis defendió el carácter empírico y natural de los gobiernos, pensaba que los climas y los entornos físicos-geográficos influían directamente sobre las culturas y estas eran favorables para distintas formas de gobierno, así los climas cálidos eran favorables para el despotismo, los fríos para los hombres de fuerza y los templados para la libertad; esta clasificación nos da cuenta de su positivismo metodológico, en donde existe una analogía entre las ciencias humanas y naturales y en donde la ciencia es el instrumento que conlleva al progreso; elabora también una nueva clasificación tripartita de las formas de gobierno; la monarquía, el gobierno de uno y en donde existen poderes intermedios como la nobleza y el clero, esta estaba regida por leyes fundamentales como las que permitían la estratificación social y su consecuente dinámica económica; la República, en donde el poder era ejercido por el pueblo, ya sea de forma colectiva en donde todos participan (democrática) o de forma parcial (aristocracia), en donde el poder es ejercido por unos pocos; el despotismo es el poder de uno solo pero en donde no hay poderes intermedios, es decir el mandato descansa en la sola voluntad del soberano, conforme a su capricho, sin leyes ni reglas; a esta última forma la condena rotundamente; cada forma está animada por un principio motriz, en la monarquía es el honor, producto de la estratificación social hereditaria; en la república es la virtud, producto del sacrificio individual en post del bienestar general y en el despotismo es el temor traducido como miedo de los súbditos hacia la ilimitada voluntad soberana del rey; dice que estas formas no son puras en la realidad, que existen formas mixtas de gobierno y da el ejemplo inglés, en donde existe una monarquía, representada por el rey; una aristocracia, representada por la Cámara de los Lores; una democracia, representada por la Sala de los Comunes y además existe un poder judicial autónomo. Creador de la tesis de la división de poderes, pensaba que el poder concentrado en un solo órgano excluía el control y revisión de su práctica ejecutiva, lo que posibilitaba el mal empleo del mismo; la centralización del poder favorece los excesos y tiende al despotismo y al absolutismo monárquico, al cual quería disolver por considerarlo abusivo y contrario al ideario iluminista al cual pertenecía; por esto divide el poder del estado en tres instituciones autónomas, basadas en igualdad de poder, libres y enmarcadas por la ley; parte de la tesis de la división de poderes de Looke, de hecho se le considera un continuador del mismo pero extrae de la física la teoría de los pesos y contra pesos para justificar la simetría de poder entre los tres órganos de estado; de esta forma considera indispensable la autonomía del poder judicial y su igualdad en poder con respecto al legislativo, el cual de forma autónoma se dedica a sancionar leyes, mientras que el anterior vela el cumplimiento de las mismas; el poder ejecutivo, también en igualdad de poder con respecto a los otros, es el encargado de determinar las directrices políticas generales del estado y es el poder que representa al estado ante el exterior; estos tres poderes se equilibran mutuamente y uno compensa al otro, en donde el poder controla al poder. Montesquieu más que desarrollar una doctrina describe el sistema político ingles y lo justifica; sistema que en el siglo anterior al que él escribió se había logrado mayor preeminencia para el parlamento, restando poder a la monarquía y constituyendo una Carta Magna, que además de contenedora de derechos individuales y fundamentales, estipulaba la división de las funciones políticas del estado. Es importante contextualizarse con el momento histórico en el que el autor desarrolla su doctrina; el Tratado de Westfalia (1648), el que puso fin a la guerra de religión que duró 30 años, estipuló la libertad de culto para las distintas unidades políticas, además ganaban estas unidades, con el Tratado, la primera soberanía en desmedro de los poderes del Sacro Imperio Romano Germano, este Tratado legitimó la idea de la libertad para la elección del culto y la libertad para hacer la guerra y la paz entre estas unidades pertenecientes al Sacro Imperio; para 1700 Gran Bretaña con su poderosa marina logra conquistar los mares, posición que le permite comercias más activamente con sus colonias en crecimiento; durante el siglo XVIII Inglaterra logra desplazar a Francia como la potencia hegemónica del equilibrio europeo; su revolución gloriosa, su revolución industrial y su progresiva liberalización política y económica le permitió ser pionera en la modernización de su estructura política y social, siendo ejemplo para las otras potencias y para el movimiento intelectual de la época, así como Francia lo había sido en el siglo XVII y España en el siglo XVI.

Con la Revolución Americana primero y con la Revolución Francesa segundo, comienza la era del constitucionalismo moderno y el definitivo ocaso del absolutismo monárquico, ambos movimientos de difusión mundial; el aporte religioso puritano y empirista de los sajones se vio plasmado en su primera declaración de derechos de 1620, estipulada en un barco de exilio que iba desde Inglaterra hacia Norteamérica, en esta declaración llamada Pacto de My Flower se constituiría la base política y moral sobre las cuales se estructurarían las relaciones entre los individuos y las comunidades en el nuevo continente, en esta consagraban el derecho a la libertad y el derecho a la vida como valores supremo entre los individuos, quienes eran iguales ante la ley, individuos que depositaban el origen de todo poder en la voluntad divina. En 1776 se declara la independencia en el Congreso de Filadelfia, la guerra se extiende hasta 1783, en la cual participa Francia y España y finaliza con la Paz de Versalles; se crea una confederación para la defensa común en 1777 y en 1778 se extiende y da paso al primer estado federal moderno, constitucional, republicano, presidencialista y democrático; el primero en incluir el derecho a la libertad y el ius resistendi (derecho a la resistencia ciudadana), de corte iusnaturalista, contractualista y fundador del moderno estado de derecho. El constitucionalismo es el gran legado de las doctrinas liberales, su esencia es la contención de los derechos fundamentales e inalienables del ser humano, estos incluso supremos frente al poder del estado, el cual se reorienta para la mantención y promoción de estos derechos, momento desde el cual comienza a hablarse de garantías; también el rol fundamental del constitucionalismo es la institucionalización del estado moderno, es el intento exitoso de racionalizar los poderes del estado, mediante la aplicación de la teoría de Montesquieu, donde se materializan los tres poderes, divididos y autónomos, despersonalizando al poder; ahora el estado está encapsulado en el derecho, es el estado al servicio de los intereses y objetivos de los constituyentes, quienes estructuran al estado para la defensa y promoción de sus libertades; dos aspectos del constitucionalismo; el formal, que es la organización política y social; y el material, que es el contenido de dicha organización, los criterios de justicia, libertad, igualdad, etc; el estado de derecho brinda seguridad jurídica; la constitución, máxima ley creadora del estado, se traduce en controles y garantías para las ciudadanos, quienes por medio del preámbulo estipulan las causas y los fines del estado.

En la Declaración de Derechos de Virginia de 1776 se hacen palpables las ideas liberales del iluminismo, se protege la igual autonomía individual de los hombres y a la vida con forma de contenidos pétreos e irrevocables, se protege a la propiedad privada y a la libertad de expresión; también se subordina el estado a la voluntad del pueblo y en su artículo V se estipula la división de poderes al estilo del Barón de Montesquieu; en el mismo dice; “Que los poderes legislativo y ejecutivo del Estado deben estar separados y diferenciados del judicial; y que para impedir que los miembros de los dos primeros incurran en opresión han de sentir las cargas del pueblo y participar de ellas, recuperando cada cierto tiempo su condición privada al volver al cuerpo del que procedían, supliendo las vacantes mediante elecciones frecuentes y regulares en las que, todos o parte de los antiguos miembros, podrán ser de nuevo elegibles o inelegibles, según lo que establezcan las leyes.”[1] En la primera Constitución de los Estados Unidos de América de 1787, lo que se hace es reafirmar la federación basada en la tranquilidad interior y en la seguridad común, se consagran los derechos y libertades como garantías para las generaciones venideras, se estructura la administración del estado en los tres poderes autónomos y simétricos, todos subordinados a la constitución, cada uno configurado en los primeros tres artículo, siendo un artículo para cada uno, los cuales se dividen en secciones; se establece el estado laico y soberano, así a modo de ejemplo, el artículo 6 inciso 2 dice: ”Esta Constitución, y las leyes de los Estados Unidos que se expidan con arreglo a ella, y todos los tratados celebrados o que se celebren bajo la autoridad de los Estados Unidos, serán la suprema ley del país y los jueces de cada Estado estarán obligados a observarlos, a pesar de cualquier cosa en contrario que se encuentre en la Constitución o las leyes de cualquier Estado.”[2] Se establece el control de constitucionalidad, la forma republicana de gobierno y las formas en que se puede enmendar el texto constitucional, estipulando la regla de las dos terceras partes de ambas cámaras, criterio que dará lugar al debate entre Madison, Hamilton y Jefferson, entre otros, quienes por un lado defienden el hecho de que ninguna institución, por muy importante que sea, es inalterable; ninguna ley, por muy fundamental que sea, es irrevocable; de este lado está Jefferson, quien también sostiene que una generación no puede someter a sus leyes a las generaciones futuras, que los muertos no tienen derechos y que las instituciones deben acompañar el progreso de las sociedades, debiendo estas avanzar y mantenerse al ritmo de los tiempos; por todo esto Jefferson no está de acuerdo con una constitución rígida, en un momento propone que la misma caduque cada ciertos años, en los que se supone, el pueblo ha cambiado. La organización del estado, la división de los poderes, es producto de una voluntad popular, la de la mayoría, la cual es la soberana y así como tuvo el poder para constituir una determinada forma de estado y unos determinados derechos y obligaciones, tiene esta también el mismo derecho para revocarlos y reemplazarlos por otros; es este el verdadero sentido republicano y es la base de la democracia; contrario sería si quitamos del terreno político una serie de temas, como lo es la división de los poderes y la estipulación de los derechos subjetivos, consagrándolos en un texto irrevocable o difícil de enmendar; coartando a la voluntad popular, a la democracia, al pueblo de autodeterminarse, siendo que ese mismo texto constitucional fue aprobado por la misma voluntad popular. Madison defiende la postura contraria apelando que las limitaciones constitucionales promueven la libertad y la democracia, contienen los principios y los derechos que hacen posible a un estado republicano y constituido por personas libres e iguales; la constitución es un instrumento de gobierno, no un obstáculo para el mismo; no incapacita, sino que capacita; no podemos estar discutiendo siempre todas las nociones que hacen posible a la sociedad, necesitamos de una estructura determinada sobre la cual trabajar y de esta forma poder ampliarla y superarla, de lo contrario estaríamos siempre igual, en el mismo debate del cual no podremos salir jamás; la constitución no esclaviza, por el contrario, libera a las generaciones futuras de lo que nosotros hemos superado; no podemos permitir que los poderes del estado vuelvan a quedar en las mismas manos, de ser así estaríamos permitiendo que se constituya la tiranía de la cual hemos escapado; no podemos permitir que se revoquen las cualidades naturales del ser humano, su irrenunciable derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad; no le quitemos a nuestros hijos el progreso que hemos ganado con tanto sacrificio. Sin duda los argumentos de Madison se apoyan en el pensamiento de Montesquieu, pensamiento que terminaría por institucionalizarse en los Estados Unidos, modelo que sería utilizado un poco más tarde por los nacientes estados nacionales e independientes de América del Sur; donde la división de los poderes y la consagración de los derechos humanos serían la base institucional sobre la cual se levantarían sus pueblos e identidades nacionales.

CONCLUSIÓN

En la actualidad nos encontramos frente a una crítica generalizada de las instituciones modernas y al mismo tiempo están legitimadas por los mismos discursos que las vieron nacer; es indiscutible la publicidad que está teniendo la crisis de gobernabilidad que cae sobre los estados, la imposibilidad de hacer frente a problemas que escapan a sus competencias, las dificultades que se dan producto de las contradicciones entre los poderes del moderno Estado-Nación, en donde se exige una mayor coherencia de políticas entre los enfrentados poderes, donde se exigen políticas unificadas; demandas que se han traducido en el rompimiento de la simetría entre los tres poderes, creando modelos como los hiperpresidencialismos, los gobiernos de caudillos, los parlamentarismos mayoritarios, los gobiernos corporativistas y los internacionalizados; las cortes imparciales han sido removidas por cortes políticas, coherentes con las políticas económicas y con las circunstancias coyunturales. Vivimos tiempos en donde las constituciones ya no garantizan nada, las mismas son interpretadas de maneras muy amplias y hasta contradictorias, vemos que el poder judicial se reserva esta tarea y el cual se ha encontrado subordinado a esta súper figura que se presenta como el símbolo político y espiritual del pueblo, al cual se le han dado súper poderes y quien ha tenido a su mando no solo el poder judicial, sino también el legislativo; y aún así no logra gobernar de manera exitosa y es porque el estado como institución política se ha reducido para ceder su poder a instancias privadas, locales y mundiales; los poderes del estado se han disgregado en la realidad, aumentado la imposibilidad de gobernarlos, crisis que se ha traducido en una mayor centralización del poder formal, proceso simbólico que no tiene sustento empírico; las nacionalidades se pierden en identidades locales y transnacionales; étnicas y culturales; lo público sede ante lo privado y lo estatal se desquebraja ante lo supraestatal; el poder judicial ya no responde a ninguna soberanía nacional, el mismo se ha distorsionado causando su segregación; ahora el derecho penal descansa en los tratados internacionales de derechos humanos, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ya no interpreta y no dirime en última instancia ya que existe una Corte Interamericana de Derechos Humanos y un Tribunal Penal Internacional; el Poder Legislativo ya no sanciona leyes en materia comercial y financiera; este solo homologa lo que los organismos comerciales y financieros internacionales resuelven, sin mayores opciones; las organizaciones no gubernamentales reemplazan cada vez más a la voluntad popular; los poderes en lo formal tienden a integrarse debido a que en la realidad se diversifican cada vez más, haciendo declarativa y libre de interpretar el mismo texto constitucional. La libertad se ve condicionada por la interdependencia compleja; la autonomía de la voluntad encuentra límites en su misma conciencia y racionalidad, en su contexto histórico y cultural, en las mismas capacidades humanas, destrozando el principio de igualdad, el cual pone en situaciones idénticas a personas, instituciones y estados que en la realidad no lo son; poco a poco se deja ver la jerarquía y la mano invisible de un sistema ingenuo que hacía del fin el medio, porque la libertad y la igualdad son metas a las cuales se debe apuntar, pero que en la realidad lamentablemente no existen y que no podrán existir si se establecen como condiciones existentes en vez de cómo objetivos; no podemos lograr la igualdad partiendo de la igualdad o lograr la libertad partiendo de la libertad; así como una vez dijo Kant; “El hombre primero debe y luego puede y solo así conoce la libertad” [3]. Es decir que el deber es el medio y el fin es el poder conocer la libertad; el fin y el medio no son análogos; para llegar a la sima de la montaña no puedo partir de la misma sima, si quiero llegar a esa sima es porque estoy abajo. Es necesaria la redistribución consecuente de la propagación de la información, la que solo es posible satisfaciendo primero necesidades vitales, las cuales son obvias y las cuales en la mayoría del mundo no se dan.


[1] La fuente es la página oficial de Amnistía Internacional: http://www.amnistiacatalunya.org/edu/docs/e-hist-Virginia.html

[2] La fuente es la Página del Gobierno de los Estados Unidos: http://www.archives.gov/espanol/constitucion.html

[3] Para Kant la libertad es producto de la voluntad autónoma de los seres racionales, quienes obran de acuerdo a leyes categóricas metafísicas o morales.


BIBLIOGRAFÍA

  1. Anderson, MS. – La Europa del Siglo XVIII, México, FCE.
  2. Bidart, Campos, G. – Manual de Historia Política. Editorial Ediar
  3. Cohen, Félix. – El Método Funcional en el Derecho. Capítulo I: “El paraíso de los Conceptos Jurídicos”. Págs. 11/49.
  4. Constitución de los Estados Unidos de América. 17 de septiembre de 1787.
  5. Declaración de Derechos de Virginia. 12 de Junio de 1776.
  6. Hamilton. –1788- El Federalista Nº 78. Nueva York, de la Edición de McLean.
  7. Holmes, Stephen. – El Precompromiso y la Paradoja de la Democracia, en “Constitucionalismo y Democracia” de Elster Jon y Rune Slagstad, FCE.
  8. Kant, Immanuel - Fundamentación para la metafísica de las costumbres, Buenos Aires, Editorial Aguilar.
  9. Kennedy, David. -2005- El movimiento internacional de los derechos humanos ¿Parte del problema? Themis, vol. 48.
  10. Madison. -1787- El Federalista Nº 10, Nueva York, de el Correo de Nueva York.
  11. Nino, Carlos. –1988- Presidencialismo versus Parlamentarismo. Buenos Aires, EUDEBA.

Argentina y Chile, Dos Países: ¿Divergentes o Convergentes?


Cuando nos encontramos frente a la actualidad internacional tendemos a tildar de divergente o convergente las políticas de los estados, según la valoración de las distintas coyunturas que hacen noticia. El problema en esta valoración es que muchas veces se hace con muy poco criterio científico, impregnada de prejuicios y generalizaciones, empantanando la descripción de la realidad, la que es tan compleja y difícil de determinar. El sentido de las políticas es mal interpretado, haciendo de un hecho transitorio un hecho estructural, centralizando lo descentralizado y haciendo simple lo que por lo general resulta ser el resultado de distintos procesos. Es por esta razón que intentaré describir, de forma rápida, comparada y lo más científica posible, las políticas de estos dos agentes que tanta veces han sido interpretadas como naciones enemigas por la opinión pública y por algunas personalidades nacionalistas a lo largo de la historia. El motivo central es generar conciencia y responsabilidad frente a estas valoraciones y juicios que terminan influyendo tanto en el desarrollo como en la cohesión de estos pueblos; siendo estos prejuicios utilizados muchas veces como excusas por parte de los gobiernos para justificar sus propias carencias o siendo muchas veces producto de la ignorancia frente a estos temas.
Es admirable destacar la vida de dos naciones hermanas que pese a su reciente historia, como estados, han mantenido una relación de paz y amistad pese a las diferencias y los conflictos, esto es más connotativo si se toma en cuenta que Argentina y Chile comparten la tercera frontera más larga del mundo, luego de la de Estados Unidos con Canadá y la de Rusia con China; y tal vez sea la que ha sido más difícil de conocer empíricamente en su totalidad, esto por su accidentada geografía y pequeña población, sobre todo en las zonas limítrofes; frontera que justificadamente ha sido causa de controversias a lo largo del tiempo, situación que lamentablemente se extiende en el pensamiento colectivo.
Tanto Argentina como Chile han resuelto sus conflictos internacionales por los diversos medios y hasta han llegado al instrumento bélico, pero resulta sorprendente que entre estas naciones nunca se ha escalado hasta tal lamentable punto. Siempre, hasta en los momentos de mayor tensión, como durante la crisis del Canal del Beagle, hemos resuelto los diferendos por intermedio de la paz. Esta realidad solo se puede entender si consideramos un elemento esencial, el cual ha trascendido nuestra misma historia y coyunturas conflictivas, la cohesión económica y cultural, de la cual suele no haber mucha información, pero la misma es evidente e irrenunciable.
Ambas naciones poseen múltiples convergencias, tanto políticas como culturales, estas últimas son en su mayoría por compartir un mismo territorio físico e histórico cultural, el cono sur de América Latina. La existencia de lenguas comunes, desde la española dominante hasta las indígenas. Un pasado compartido y fuertemente análogo; identidad de comunidades étnicas y nacionales. Se han compartido las mismas estrategias geopolíticas y de desarrollo a lo largo del tiempo; el modelo agro-exportador, las vinculaciones exteriores; en un principio con España, más durante la colonia, luego con Inglaterra y más recientemente, aunque con diferencias en las últimas décadas, con Estados Unidos. Vivimos los mismos procesos económicos y políticos, un ejemplo de ello fue el impacto y las consecuencias de la crisis de 1930. Las independencias, donde compartimos los mismos padres libertadores, visionarios que entendieron a la región como un bloque; querían la integración, para juntos acceder al desarrollo, ya que estaban seguros que éramos un solo gran pueblo. Todas estas simetrías en los procesos políticos, económicos y sociales que han caracterizado a la región en su conjunto se han dado también bajo sincronías de tiempo y lugar.
La política comparada entre Argentina y Chile es un estudio interesante en periodos donde ya se han dejado atrás viejas estructuras, viejos paradigmas, en tiempos contemporáneos, más dinámicos, donde se experimentan procesos totalmente renovadores, con marcos distintos y en coyunturas donde los clásicos conflictos limítrofes se han dejado atrás para reiniciar una política de harmonización y complementación, de integración. Seguramente sea el conflicto por los hidrocarburos el que ha tenido mayor resonancia, pero este es insuficiente, como han sido todos, para interrumpir la progresiva integración binacional; de hecho han sido motores de tal proceso.
La tendencia a juzgar las políticas por quien o quienes las hacen se va desdibujando ya que son cada ves más el número de grupos de poder que la afectan y cada vez más difusa la responsabilidad, por lo que hablar de las políticas de dos países es hablar en realidad de una sola institución mirada de distintos ángulos, más ahora donde las organizaciones políticas y sociales trascienden las fronteras territoriales, cosa que ha sido así siempre pero lo que ahora cambia es la cantidad y la velocidad de estas influencias, al mismo tiempo que la información y el conocimiento que se tiene de las mismas, creando una mayor conciencia de responsabilidad colectiva y la mayor necesidad de una concertación de políticas mundiales.
Ya he mencionado las convergencias, que a mi juicio son las más trascendentes entre Argentina y Chile, a decir verdad sus características culturales, geográficas y sus consecuentes instituciones políticas a lo largo del tiempo. Es menester aclarar dentro de este punto que ambas naciones han sido clasificadas como en vías al desarrollo, respondiendo a sus estructuras económicas y sociales, al grado de vulnerabilidad de las mismas. En ambos casos los sectores agropecuarios, vinculados con el comercio exterior, han sido históricamente preeminentes en ambos países, del mismo modo los procesos de industrialización han sido incipientes y residuales, más enfocados al mercado interno y afectados por los drásticos cambios en las políticas de largo plazo. Si es verdad que en Argentina se han logrado desarrollas mayores y más firmes lazos entre las industrias, sus sindicatos y los gobiernos que en Chile, donde, como diría Marx, el proletariado ha ganado menos guerras y donde el campo a logrado conservar más eficazmente el poder.
Existen múltiples formas de entender y dividir la política de un país, con bases y ejemplos verídicos en todos los casos; la distinción entre cada forma esta en la ideología; a lo que se quiere llegar tras cada estudio. Un ejemplo es el trabajo comparativo de Liphart, este modelo se caracteriza por dividir a los sistemas políticos en mayoritarios (homogéneos, unitarios y centralizados) o consensuales (pluralistas, heterogéneos y federales) o una mezcla de ambos. Para definir cada el sistema de cada país hay que entender e identificar en que medida se encuadran en una de estas clasificaciones; en el caso de Argentina encontramos, al igual que en Chile, un sistema representativo y republicano de gobierno, justificado por el nacionalismo popular y el liberalismo político. Esto se refleja en la universalidad, confidencialidad y obligatoriedad en los sistemas electorales, en la división tripartita de poderes, en la idea de los frenos y contra pesos, donde en ambos casos es más ilustrativo que ejecutivo ya que se ha dicho repetidamente que en los hechos tanto Argentina como Chile se distinguen por ser regímenes hiperpresidencialistas, donde el poder ejecutivo cuenta con superpoderes y es ocupado por la mayoría (monocolor, mayoritario); la diferencia es que en Chile el gobierno esta constituido por una coalición de partidos de centro-izquierda, la Concertación (Partido Socialista, la Democracia Cristiana, el Partido por la Democracia y el Partido Radical Social por la Democracia), mientras que en Argentina es el Partido Justicialista, claro que si damos cuenta de la pluralidad ideológica de dicho, partido en los hechos no es tan distinto que en Chile. Es cierto que ambos países se están tomando caminos conducentes hacia un mayor parlamentarismo, se intenta dotar de mayor autonomía a la justicia y una representación política más heterogénea (más proporcional que mayoritaria) en los poderes del estado. Un punto importante ha decir verdad es la carente cultura cívica en ambos países, la falta de plataformas políticas coherentes y ambiciosas, con proyectos a largo plazo, falta de responsabilidad de los gobiernos y su facilidad a reemplazar todo por lo que se cree más oportuno respondiendo a las distintas transiciones. Esto es más acentuado en Argentina que en Chile, donde el poder de facto se ha mantenido más o menos en las mismas manos.
En cuanto al poder legislativo sabemos que Argentina posee un congreso consensual, más en la cámara de diputados que en la de senadores y con una mayoría fuerte en manos del los justicialistas y con unas minorías mas divididas que consensuadas, mientras que Chile, más de corte mayoritario, aunque consensual (composición de la Concertación), también bicameral; la mayoría en el congreso es débil, representada por la Concertación, dentro de la cual no es tan fácil el consenso, existiendo otra gran fracción para la oposición, la cual suele ser más unificada. El ordenamiento parlamentario en Chile es más de tipo dualista si consideramos a la concertación como a un solo bloque, mientras que en Argentina es más pluralista aunque mayoritaria al mismo tiempo. Esta realidad puede ser transitoria, ya que se discute la posibilidad de cambiar el sistema electoral binominal en Chile, que le entrega los escaños a las dos mayorías, por uno pluralista o multicolor, donde también estén las minorías representadas, como lo es más en Argentina, abogando por un legistalivo mas representativo, más plural y multicolor. Esta medida es muy cuestionada en Chile porque se dice que favorecería al gobierno (Concertación), ya que se le quitaría poder a la oposición y se le daría al gobierno, por el hecho de que las minorías negocian más fácilmente con este que con la derecha, que es la oposición.
Encontramos en Chile un sistema unitario de estado, organizado por medio de divisiones regionales (centralismo en Santiago), donde cada región es una clasificación sin relevancia política, pero que dentro de las mismas se encuentran las provincias, representadas por un intendente designado, dentro de las provincias están los municipios, administrados por alcaldes votados. el poder judicial y legislativo son únicos y nacionales. Esto hace más homogéneo al estado chileno en cuanto a la deliberación de políticas, producto de su centralización del poder, en contraste con Argentina, con su república federal (consensual), más heterogénea que Chile, producto de su misma división del poder en provincias autónomas, lo que hace que sea más descentralizada la política nacional en su conjunto. Así las provincias argentinas cuentan con sus propias jurisdicciones judiciales, claro que no en los asuntos federales ,donde interviene la Suprema Corte de Justicia; al igual que sus legislaturas provinciales quienes sancionan sus propias constituciones, eligen libremente sus instituciones, claro que resguardando los principios federales fundamentales, como el régimen representativo y republicano de gobierno, la educación primaria obligatoria, la administración de justicia y el régimen municipal; dejando la sanción de los códigos de fondo al Congreso de la Nación. Esta divergencia responde a la heterogeinedad de las provincias argentinas y a la extensión geográfica de la nación, a la construcción histórica del estado, más peliagudo que en Chile, donde la población tendió a la homogeneidad y al centralismo, sin mayores controversias. Sin embargo sabemos que en la práctica Argentina es un estado más unitario que lo que dice la teoría federal, esto está marcado por la preeminencia histórica de Buenos Aires y de los poderes federales sobre los provinciales.
Los congresos en la mayoría de los países de América Latina son mejores de lo que el público en general piensa y son más complejos de lo que la prensa describe. La competencia entre los partidos políticos para gobernar ha sido intensa, pero hoy en día ha surgido la tendencia a dejar la confrontación estéril y en su lugar establecer el consenso, si bien no en el caso de todos los proyectos de ley, al menos para las reformas de funcionamiento interno. Identificar ésta como tendencia en veinte países es muy riesgosa, dado que existe uno u otro caso en que los congresos son, de verdad, muy precarios. No obstante estas excepciones, en general las repúblicas americanas están viviendo una etapa de renacimiento de la democracia representativa. Esta nueva etapa se manifiesta en una preocupación por mejorar el funcionamiento del proceso legislativo, y lo que es de una mayor trascendencia, en ganar por primera vez un papel de igualdad con respecto al ejecutivo, esto pondría a los gobiernos latinoamericanos, incluidos Argentina y Chile en un plano consensual, cambio radical que aún esta dentro de los ideales postmodernos, ya que el poder ejecutivo goza de poder sobre el legislativo; siendo así, y en la práctica gobiernos mayoritarios, esta realidad se refleja en la justicia latinoamericana, la cual carece de credibilidad por su falta de rigidez frente a las coyunturas políticas, siendo que en teoría somos naciones constitucionales, donde la división de poderes, la libertad y los derechos frente al estado deberían primar. Las últimas reformas constitucionales en ambos países nos indicas la veracidad de estas inclinaciones, las que se justifican en el valor mismo de la democracia como método de toma de decisiones, en una esperanza de mayor estabilidad institucional y como la puerta al deseado desarrollo.
Encontramos una de las distinciones más importantes y quizás la consecuente del resto de ellas. Argentina, una mezcla entre el modelo mayoritario y el consensual, siendo en teoría consensual y en la práctica más mayoritario, debido a su hiperpresidencialismo y a la mayoría del gobierno en el congreso, con una oposición decaída y más dividida, aunque recuperando fuerzas tras las últimas elecciones a jefe de gobierno en capital federal y tras la última deforma constitucional. En tanto Chile, un gobierno en teoría mayoritario, en la practica termina siendo más consensual, aunque esto no aplica a las formas de estado, donde el unitarismo y la falta de gobierno propio en las regiones es clave a la hora de determinar sus políticas en comparación con el federalismo argentino. Si bien ambas naciones son democráticas representativas podemos decir que lo que una tiene de más a la otra le falta, pudiendo ser interpretadas como naciones complementarias o mutuamente excluyentes. En Chile siendo un sistema presidencialista, el ejecutivo en su ceno esconde una concertación de políticas de distintos partidos; en el legistalivo hay mayor equilibrio que en Argentina, en cuanto al número de representantes partidarios, aunque en Argentina hay presencia de las minorías, cosa que en Chile no existe. Nos encontramos con que en Chile tenemos una constitución consensual, al igual que Argentina, pero que los grises son más que los blancos; al parecer las leyes no parecen decirnos la verdad de la política, sino el mismo actuar de cada gobierno, el cual se conforma por confrontaciones y poderes tanto externos como internos.
Otro factor importante de analizar es la fracción económica, la cual está íntimamente ligada a la política, no tanto por el derecho mismo, si por el poder. En Argentina como en Chile encontramos que la producción agropecuaria y forestal es fundamental, si bien existe competencia en algunos bienes como son los lácteos, los derivados del trigo y los vitivinícolas, también encontramos que cada uno tiene lo suyo como es el caso de la soja en Argentina y del salmón en Chile. Lo fundamental en esta comparación es que Argentina tiene una industria que Chile no tiene, siendo solo la casta de terratenientes y comerciantes los grupos económicos detrás del poder, claro que están los trasnacionales al igual que en Argentina, pero estos últimos en mayor medida en chile debido a esta misma situación ligada a la industria. Chile país productor de materias primas y bienes manufacturados de cierto valor agregado pero únicamente en los rubros agropecuarios, necesita de gran número de importaciones, cosa que Argentina sustituye mediante su propia industrialización, la cual esta detrás del poder y la cual esta protegida por el estado. En Chile no encontramos mayores protecciones, ya que industria no hay en las dimensiones que tiene Argentina, es por esto que los aranceles de Chile son menores a los argentinos y es por esto la importancia de los Tratados de Libre comercio para Chile y la importancia que les da Argentina a los mismos. De lo mismo se induce que Chile no sea miembro pleno del MERCOSUR como lo es Argentina y de lo mismo se induce también la visión que cada uno tiene de las potencias, en especial de Estados Unidos, también podemos distinguir entre un estado de bienestar y un estado neoliberal, en Argentina existe gran presencia del estado, no solo en la economía, sino que en la educación y los transportes, en los servicios, mientras que en Chile todo se mueve por las reglas del mercado; influyendo en la diversidad cultural que cada país tiene, en Chile restringida y privada, en Argentina más abierta y pública; esto también puede tener sus antítesis, por una lado distribución más equitativa del ingreso y búsqueda de autonomía y por el otro mayor competencia, tecnología y pero a costas de una mayor desigualdad en la redistribución del ingreso y una eventual mayor dependencia de las importaciones, aunque recordemos que Argentina sigue siendo importadora de bienes de capital y de capitales extranjeros para sostener su industria.
Sin duda la globalización afecta de manera directa a las políticas nacionales, el neoliberalismo impulsado por Los Estados Unidos, los regímenes internacionales, el libre mercado, hasta la misma pluralidad y heterogeneidad experimentada en muchos de los países desarrollados parece contagiarnos; claro es que los gobiernos están adecuándose a las nuevas necesidades, no solo institucionales, sino también aquellas que influyen directamente en las personas, su conducta y la forma en que estas ven la vida. Todo tiene que ver con la paulatina renovación política y el nuevo orden internacional basado en un incremento de la gobernancia internacional que muchas veces parece estática o no existir siendo que día a día son más los países y las personas que comparten una misma ideología o pretenden un mismo camino. Reflejado en los tratados internacionales por parte gubernamental y en las organizaciones internacionales no gubernamentales por parte privada e individual. Un mundo unido por la conciencia y la necesidad de derechos que sin duda alguna todos tenemos.
La gran meta esta en abrir diálogos para sobrellevar estos nuevos cambios y dejar atrás los antiguos conflictos que nos separan, considerarlos como necesarios y parte de la misma evolución, debatiéndolos y disolviéndolos para crear una América Latina unida por lo que somos y por lo que fuimos, en busca de un desarrollo sustentable caracterizado por la comunicación y la activa cooperación de sus partes; pero para esto tendremos que dejar nuestras rígidas concepciones del derecho y de la política, de los intereses egoístas, ya que a veces el derecho no puede hacer valer lo que las circunstancias no permiten y ya que a veces la lucha por intereses comunes trae mayores beneficios que la costosa lucha individual; claro está que para lograr nuestros objetivos comunes tenemos que primero entender lo que cada uno es y lo que cada uno quiere, compararnos para conocernos y crear confianza y evitar así conflictos vacíos y prejuicios que solo terminan agrandando el camino al desarrollo.
Mi conclusión es que las políticas de Argentina y Chile son más convergentes que divergentes, debido no solo a su posición dentro del sistema mundial, sino que a los motores que la movilizan, a las ideologías y los valores, a la cultura. Siendo las divergencias, algunas estructurales como las económicas e institucionales, las relacionadas con la presencia del estado en la sociedad y los criterios ordenadores de las políticas exteriores, complementarias, tanto así que se chocan, esto lo podemos ver si analizamos las diferencias anteriormente señaladas y veremos que lo que un país no tiene el otro lo tiene y vise versa, esto hasta en relación a la misma vida cultural de ambas naciones, ya que por un lado encontramos a una sociedad más heterogénea y liberal culturalmente, mientras que por el otro a una sociedad mas homogénea y conservadora; lo mismo para la economía, una más cercana a las teorías del estado de bienestar y a la economía de Keynes y la otra más cercana a las teorías liberales de Adam Smith y David Ricardo. En cuanto a la política tenemos por un lado a un federalismo que en la práctica resulta ser más unitarismo y por el otro a un unitarismo que en la práctica llega a ser más consensual. Llega a ser paradójica la forma en que dos naciones resultan distintas y en donde la integración de ambas resultaría el remedio justo que cada una necesita a sus polarizadas políticas.